Diario de León

ATAQUE AL PULMÓN VERDE DE PONFERRADA. UN AMANECER AMARGO

San Lorenzo se libra de la parrilla

Los vecinos pasaron la noche «nerviosos y angustiados», pendientes de las llamas.

Arriba, el alcalde y los vecinos por la noche. En las fotos inferiores, una brigada y vecinos que acudieron a comprobar los daños.

Arriba, el alcalde y los vecinos por la noche. En las fotos inferiores, una brigada y vecinos que acudieron a comprobar los daños.

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A. Calvo | san Lorenzo
León

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El tañido de las campañas puso ayer a los vecinos de San Lorenzo en alerta. El fuego se acercaba al pueblo. Todos se echaron a la calle y se repartieron entre los barrios de La Revilla y el Potro para ver cómo avanzaban las llamas que habían comenzado en Toral. Su monte, El Pajariel, estaba ardiendo y con él sus pinos, las viñas y el orgullo de estos vecinos, que volvieron a ver como el fuego devoraba la vegetación por culpa de la mano de un ser humano.

«Los vecinos estaban muy nerviosos y asustados, veían que en nada el fuego se venía encima. La suerte que hubo fue que el viento se paró, si no llega a ser así, ahora no tenemos monte», comentó el pedáneo de San Lorenzo, Daniel Cuadrado, que como el resto, siente impotencia y rabia. «El problema es que la gente tiene intención de quemar El Pajariel y no se ataja esta situación a pesar de la vigilancia», remarcó el pedáneo.

Los vecinos de San Lorenzo ayer no hacían más que recordar la noche que habían vivido. Tres vecinas comentaban mientras tomaban el café en el bar del pueblo que estuvieron «muy intranquilas» pero que las brigadas antiincendios «actuaron muy bien». A esta intervención se sumó también la de los propios vecinos, que con una manguera fueron mojando las zonas boscosas más cercanas al pueblo para estar preparados en caso de que las llamas se acercaran más a las casas. En algunos puntos, se quedaron a tan sólo unos 300 metros de distancia.

«La gente estaba muy pendiente», comentó José Fernández, cuya casa está al principio del pueblo, y tras reclamar que los cortafuegos deberían ser más amplios. Muchos de los vecinos —tanto de Toral como de San Lorenzo— subieron ayer al monte para ver cómo había quedado. Así lo hicieron Modesto González y Juan García o Raúl García y Jorge Prada, que mientras caminaban entre los árboles abrasados les quemaba la rabia contra el incendiario.

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