Diario de León

Los Ancares esquivan el fuego

El verano se acaba sin incendios. Queda el otoño, pero Villafranca cree que detener al celador ha influido.

Un vecino de Tejeira observa las llamas del fuego declarado el 7 de octubre del año pasado.

Un vecino de Tejeira observa las llamas del fuego declarado el 7 de octubre del año pasado.

Ponferrada

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En el Servicio Territorial de Medio Ambiente cruzan los dedos. A una semana de acabarse el verano y aunque todavía está por ver si se repetirá el otoño negro del año pasado, una de las zonas más castigadas por las llamas durante el 2011 como la Reserva de la Biosfera de Los Ancares, y especialmente en el municipio de Villafranca del Bierzo, está esquivando esta campaña la amenaza del fuego.

La administración reconoce que la ausencia de incendios puede llamar la atención este año, pero prefiere no relacionarlo directamente con la detención del celador de la Reserva acusado de quemar 305 hectáreas en Porcarizas y Campo del Agua en octubre del 2011. Consultado por este periódico, el jefe territorial de Medio Ambiente, Mariano Torre, se esforzaba esta semana en no lanzar las campanas al vuelo porque todavía queda el otoño por delante y porque con el fuego, las estadísticas que interpretan la evolución de la siniestralidad necesitan al menos cinco años, cuando no una década, para ser fiables y describir una tendencia.

«Crucemos los dedos porque dentro de 15 días podemos estar diciendo lo contrario. Además, las estadísticas en el caso de los incendios son dientes de sierre de un año para otro. Hay años pico y años valle», explica Torre, llamando a la prudencia. El jefe del servicio territorial reconoce que la detención del celador —en pleno proceso para aclarar su supuesta autoría de uno de los incendios que asolaron los Ancares entre finales de septiembre y mediados de octubre del año pasado— «puede servir como hipótesis», porque también podría haber retraído a otros supuestos incendiarios, «pero decirlo con seguridad es imposible, porque cada año es diferente». Torre recuerda que al margen de las acciones puntuales de una o dos personas, detrás de la mayoría de los incendios forestales intencionados se esconde el uso del fuego como herramienta de trabajo para limpiar el monte y para regenerar pasto, para mover la caza y para eliminar matorral al que no se le da ningún valor. Y mientras no cambie la mentalidad, y eso no sucede de un año para otro, los incendios acabaran volviendo.

Esa tendencia de diez años sin incendios graves si se observa en municipios de Los Ancares como Candín, donde su alcalde, José Antonio Cachón reconoce que llevan una década sin sufrir un fuego de importancia. Pero teme que en cualquier momento salte la chispa, porque el monte está lleno de maleza y ya no hay ganado que lo mantenga limpio. Por si acaso, este verano, y con unos 30.000 euros procedentes de la Junta, se han abierto líneas de defensa rodeando a en seis pueblos. «El día que haya un fuego, intencionado, por un rayo o por una negligencia, las consecuencias pueden ser catastróficas», advierte.

En Villafranca, sin embargo, el edil Luis Manuel Prieto Gaztelumendi sí quiere ver alguna relación entre detenciones como la del celador y la impunidad con la que se ha estado quemando el monte desde siempre. «Si los que prenden, ven que la Justicia funciona y que pueden arriesgarse a ser detenidos, eso les tiene que echar para atrás», opina. Gaztelumendi, no deja de recordar, sin embargo, que la ola de incendios en Los Ancares comenzó el año pasado a finales de septiembre.

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