Diario de León

Villafranca redescubre a Ramón Carnicer

La villa natal del escritor estrena el busto que le recuerda en su centenario.

Alonso Carnicer y Doirean MacDermont (segundo y tercera en la primera fila) tras el busto.

Alonso Carnicer y Doirean MacDermont (segundo y tercera en la primera fila) tras el busto.

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CARLOS FIDALGO | PONFERRADA
Ponferrada

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«Pienso en Ramón, con 15 años, lleno de sueños y muy frustrado en este pueblo sin posibilidades para él. Nunca lo habría imaginado», decía ayer la viuda de Carnicer, Doirean MacDermott, después de descubrir el busto que el artista Amancio González ha realizado en bronce sobre el escritor, financiado con aportaciones de más de trescientos donantes y colocado en la plaza de Prim del barrio del Castillo de Villafranca del Bierzo. «Es una ilusión imposible», añadió.

MacDermott estaba ayer sastisfecha con el resultado de la obra, que capta la expresión de Carnicer —un hombre al que no le gustaban los bustos—, con la plaza donde Villafranca recordará a partir de ahora al autor de Donde las Hurdes se llaman Cabrera —«yo quería este sitio, porque me encanta esta calle y el castillo está detrás», decía, junto a su hijo Alonso Carnicer y la alcaldesa, Conchi López— y con la afluencia de público a la inauguración del monumento, entre ellos el compositor Cristóbal Halffert y su esposa Marita Caro, la periodista Consuelo Álvarez de Toledo, el jefe del Servicio Terrritorial de Cultura de la Junta de Castilla y León, Jesús Courel, o la presidenta del Instituto de Estudios Bercianos, Mar Palacio, entre otros.

En el jardín que preside el busto de Carnicer también plantaron ayer un castaño donado por la Mesa del Castaño del Bierzo y el vivero de Cubillos del Sil Castanea Sativa. El árbol le dará sombra al rostro de bronce del escritor, del que se cumple el primer centenario de su nacimiento, cuando crezca. «El castaño es un árbol muy querido para él y para nosotros», decía su hijo Alonso, «y esperemos que esté cien años y doscientos al lado de él».

Intercambiador de libros En el jardín —con un banco en escalera que anima a la lectura, elaborado en madera de castaño y cedido también por Carpintería Pereira— todavía tiene que crecer la hierba. Y también está pendiente de instalar un intercambiador de libros en forma de torno metálico que dará más sentido al homenaje al escritor que tras dejar Villafranca en su juventud, residió la mayor parte de su vida en Barcelona.

La cuenta de la suscripción popular que ha permitido reunir los 6.000 euros para costear el bronce sigue por tanto abierta para concluir la reforma de la plaza de Prim, recordó el concejal de Cultura, Luis Manuel Prieto Gaztelumendi, antes de que la rondalla Los Clásicos envolvieran a la viuda y al hijo de Carnicer con sus voces.

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