Diario de León

‘Dèja vu’ al trasluz

Como en una vuelta al pasado, los Prado que fundaron Cristalglass y la vendieron a los mexicanos, regresan al origen.

Altos ejecutivos mexicanos en la inauguración de las mejoras en La Rozada, en el 2007.

Altos ejecutivos mexicanos en la inauguración de las mejoras en La Rozada, en el 2007.

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r. arias | ponferrada
Ponferrada

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La oferta la propiedad de Tvitec por el núcleo central de la producción de Vitro en el Bierzo puede compararse a una especie de ‘ dèja vu ’ industrial. Buena parte de las mismas caras, tanto en el plano patronal, como en el industrial, como en el social, vuelven a encontrarse en torno al ascenso, caída y resurrección de uno de los «milagros» económicos de la comarca, la vidriera Cristalglass.

La pequeña ferretería de Isaac Prado en Camponaraya, que se especializó en los sesenta en la cristalería a domicilio, y que en el año 2000 facturaba ya más de cien millones de euros y empleaba a casi 600 personas al punto de seducir a una de las familias más potentadas de México, vuelve a dibujarse en el horizonte del porvenir de las factorías que la multinacional cerró a principios del pasado mes de julio.

La familia Prado vendió a los mexicanos en el 2001 el 60% de la sociedad por más de 60 millones de euros. Pero sobre todo la cabeza visible de la saga fundadora, Javier Prado, siempre creyó que se mantendría al frente de la gestión de Cristalglass con un apoyo financiero suficiente incluso como para poner en marcha un gran float u horno para la fabricación de la materia prima necesaria para la transformación.

Adiós y hola de nuevo

No sólo no consiguió ésto, sino que Vitro decidió desplazarlo de su junta de estado mayor a la hora de tomar decisiones en España. En el 2004, Prado abandonó Vitro Cristalglass y aún se embolsó una buena millonada más con el compromiso previo de adquisición de las acciones que todavía tenía en su poder.

Se embarcó en frágiles aventuras inmobiliarias a punto del estallido de la burbuja. Pero de su cabeza nunca se apartó su pasión por la industria cristalera. Por eso puso en marcha, con una inversión de más de 30 millones de euros, Tvitec. En poco tiempo esta compañía se convirtió en una fuerte e insospechada competidora para Vitro en un mercado cada vez más proceloso por la falta de obra.

Tan insospechada como la premonición de que en algún momento los de Monterrey arrojarían la toalla y harían las maletas. Y quizás aún más que al final volverían a ver las plantas de Cristalglass que ellos adquirieron a precio de oro y luego quebraron en manos de los Prado. Algunos ex trabajadores también, aunque desafortunadamente todo hace presagiar que de momento no serán demasiados, volverán a verse las caras con sus viejos patronos. Todos, seguro, con bastantes más canas.

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