Diario de León

Tras la huella del oso pardo

Los agentes forestales de la Junta siguen sin encontrar pisadas o cualquier rastro físico de la pareja de plantígrados que algunos testigos dicen haber visto en el Morredero.

Los dos agentes que ayer participaron en el rastreo, en la subida del Morredero.

Los dos agentes que ayer participaron en el rastreo, en la subida del Morredero.

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m. j. alonso | ponferrada
Ponferrada

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A punto de cumplirse dos semanas desde que saltó la alarma en los pueblos del entorno de los Montes Aquilianos ante la presencia, hasta ahora fantasmal, de una pareja de osos pardos; los efectivos de la jefatura comarcal de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León hasta allí movilizados siguen sin encontrar un rastro con el que certificar que efectivamente los plantígrados han tomado la zona. Testimonios existen —en muchos casos contradictorios— y la fuente de la que salió la noticia goza de total credibilidad, también entre los miembros de la Fundación Oso Pardo. No obstante, certezas físicas todavía no hay ninguna, tal y como explicó ayer el presidente de la Asociación de Agentes Medioambientales de León, Pedro Díaz, uno de los dos forestales que participa en las batidas, fundamentalmente de control, que se están llevando a cabo este fin de semana.

La de ayer fue, principalmente, una jornada de toma de contacto con vecinos de la zona y cazadores. La pareja de forestales recorrió por pistas el entorno de Peñalba, Bouzas y Espinoso de Compludo. En su camino no apareció ni una huella, aunque tal y como ellos mismos reconocen, el día no era muy propicio para ello, ya que la nieve puede borrar en un instante cualquier rastro. Y ayer nevaba en el Morredero.

«Fue un día de control, sobre todo, de los ganchos de caza y hablamos mucho con la gente, porque lo primero que hay que hacer cuando se detecta la presencia de un oso pardo, aunque sea en fase exploratoria, es preparar a los vecinos para que sean tolerantes», explicó Díaz, afirmando que el clima es de respeto. «No hemos notado suspicacias de ningún tipo, tampoco entre los cazadores. Hay que recordar que los principales peligros para un oso son el veneno y los lazos. Lo que sí notamos es miedo entre algunos vecinos por si pudieran encontrarse con el animal y quizás el problema más importante se pueda dar entre los apicultores», apuntó el forestal, explicando que, no acostumbrados a la presencia de los plantígrados, los productores de miel no tienen instalada ninguna medida de protección en sus colmenas.

Lo que salió de las conversaciones fueron, en algunos casos, testimonio contrapuestos. «Nos han llegado a decir que habían visto a una osa con dos crías, algo que es prácticamente imposible. Lo más creíble ese que sean dos machos jóvenes (una versión también contada)», afirmó el agente medioambiental. Pese a que las señalas certeras siguen sin aparecer, los efectivos de Medio Ambiente no bajarán la guardia y seguirán buscando la presencia de un animal que multiplicaría el valor natural de los Aquilianos, un espacio ya protegido por su riqueza paisajística. De hecho, no es la primera vez que alguien nota la presencia el oso en la zona. No hace muchos años —recordó Díaz— que los hippies de Matavenero advirtieron de lo mismo. Pero entonces, no se dio a su testimonio la misma fiabilidad que en la actualidad.

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