«Ella no cree que sea basura. Cree que son objetos que le pueden servir más adelante», reconocía ayer la diputada de Derechos Sociales. Ayer, nerviosa mientras veía como los operarios municipales despejaban el exterior de su casa, les decía que no le llevaran la leña. «Eso no es leña, Balbina», trataba de convencerla el alcalde, mientras atendía al teléfono a este periódico. Arias teme que Balbina no esté haciendo uso de su pensión y se alimente de lo que coge de los contenedores y de las huertas de Castroquilame. Ayer le llevó macarrones y caldo de pollo y Balbina los cogió de buen grado.
