Villanueva desempolva a su ‘virrey’ del Perú
Lope García de Castro dará nombre a la nueva plaza de su pueblo en noviembre.
El paisano más ilustre de Villanueva de Valdueza fue virrey. O casi. Se llamaba Lope García de Castro, ejerció como gobernador del Virreinato del Perú y presidente de la Audiencia de Lima entre 1564 y 1569. Y en el país andino todavía le recuerdan porque sentó las bases para la división del territorio en las provincias actuales.
A punto de cumplirse 450 años desde su llegada a Perú para hacerse cargo del virreinato en un momento convulso, el licenciado Lope García de Castro no sólo dará nombre el próximo mes a la plaza principal de su localidad natal, reformada con 118.000 euros de la Junta de Castilla y León, sino que en Lima, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ya prepara un libro sobre su figura con la intención de presentarlo el próximo año en el Bierzo.
Lope García de Castro (Villanueva de Valdueza, 1516, Madrid, 1576) era ministro del Supremo Consejo de Indias en la Corte de Felipe II cuando las infidelidades, el despilfarro y la corrupción administrativa con la que gobernaba el entonces virrey del Perú, el Conde de Nieva, hizo que el monarca le enviara a América para hacerse cargo del territorio andino como gobernador y capitán general. Para cuando desembarcó en Callao después de un año de viaje con escalas en Panamá y Paita, sin embargo, el Conde Nieva, Diego López de Zúñiga y Velasco, ya había muerto en extrañas circunstancias.
A García de Castro no le quedó más remedio que entrar en Lima de noche y en silencio, casi como un proscrito. Y aunque en principio continuó con las investigaciones para aclarar la muerte del virrey, la posibilidad de que se produjera un escándalo mayor que comprometiera la honra de Diego López de Zúñiga y de importantes familias de Lima—circuló la versión de que lo habían golpeado los criados de un esposo burlado tras un encuentro galante— le llevó a abandonar las pesquisas.
Durante los cinco años que permaneció en el cargo, Lope García de Castro dio forma al sistema administrativo del Perú, descentralizó el sistema judicial, anuló las encomiendas perpetuas, puso a funcionar la Casa de la Moneda y facilitó la llegada de los jesuitas.
Tuvo que enfrentarse, sin embargo, a las primeras protestas de la primera generación de criollos, hijos de los conquistadores, y al descontento de la población indígena, que protagonizó varios intentos de rebelión en Vilcabamba. Para evitar levantamientos, prohibió que nadie llevará armas en el Perú sin licencia real. Y logró firmar un tratado de paz con los incas de Titu Cusi, que aceptó el catolicismo y fue bautizado con el nombre de Diego de Castro.
Y antes de volver a España, todavía ayudó a otro berciano ilustre y aún más conocido, su sobrino Álvaro de Mendaña, a preparar la expedición que partiendo de Callao, permitió al navegante descubrir las islas Salomón, en Oceanía.