La solidaridad mutó en andador
Diez millones de tapones convierten en realidad el sueño de una vida mejor para Álex.
Alejandro utilizando su andador especial.
Nada se consigue por arte de magia. Ni tan siquiera transformar veinte toneladas de tapones de plástico en un andador que mejore la calidad de vida de un niño ponferradino de cuatro años con una discapacidad del 98 por ciento por mucho que lo deseen sus progenitores.
Éste era el sueño de los padres de Alejandro hace un año. Hoy, 365 días después de manifestar públicamente su deseo, éste se ha convertido en realidad. Y para conseguirlo, el único truco del que se han podido valer es de la solidaridad que ha mostrado la comarca del Bierzo a lo largo de este último año.
Con el objetivo inicial de alcanzar los 6.000 euros que costaba el andador especial para Álex, —un ‘lujo’ que la familia no podía permitirse por su situación económica— en octubre de 2012 se inició una cadena solidaria que en un primer momento se marcó como objetivo alcanzar la cifra de 30 toneladas de tapones. «Esta cifra se ha rebajado por otras iniciativas que se han realizado en la comarca, como mercadillos solidarios, marchas y otros eventos que se organizaron para ayudarnos a recaudar fondos», apunta Armando, el padre de Álex.
En este año se han sucedido muestras solidarias en todos los puntos de la comarca, y desde los más variados colectivos: Ambi, Cruz Roja, Frente Norte, colegios... Actos que han ido ‘llenando el granero’, ubicado en las antiguas dependencias de los bomberos de Ponferrada en Fuentesnuevas, hasta alcanzar la cifra de las 20 toneladas de tapones.
Los padres no escatiman agradecimientos a todos los que han participado en esta ingente labor. Un trabajo de «hormigas» que se plasma gráficamente al visualizar el envío. «Veinte toneladas de tapones equivalen a tres camiones trailer», precisa Armando. Tres envíos, más de 10 millones de tapones —un tapón pesa de media dos gramos— que ya se habrán triturado en las recicladoras de Vigo y Palencia para convertirse con posterioridad en nuevos envases de plástico, perchas o tubos. Tres envíos que, en el caso de Alejandro, se han convertido en «un andador que le ayuda a estar de erguido. Si no fuera por él tendría que estar todo el rato cogido en brazos o tumbado en la cama», precisa su agradecido padre.