El rastro de la nueva oportunidad

El aparcamiento del complejo comercial La Máquina de Ponferrada se convierte cada domingo en un cruce de caminos de historias realmente trágicas. En el escenario de la desesperanza a la que diariamente se enfrentan numerosas familias que, por la crisis y el desempleo, tienen que vender en la calle sus pertenencias. Rostros de desamparo que conviven por unas horas con los de los vendedores ambulantes en el mercadillo de segunda mano que cada mañana de domingo concita a su alrededor a decenas de personas en busca del mejor chollo.

Entre sus paredes imaginarias puede encontrarse de todo. Libros, música, películas, muebles antiguos, herramientas, instrumentos musicales, bicicletas, juguetes, ropa y calzado, artículos de colección, bisutería, electrodomésticos, utensilios de cocina... Todo colocado sobre una manta a la espera de que alguien lo adquiera por uno, dos, cinco o diez euros... incluso menos. También por más. Objetos que, en algunos casos, cuentan vidas, las de quienes fueron sus propietarios y ahora tienen que deshacerse de ellos para poder sobrevivir.

Una de las vecinas se llevó ayer una maceta. Le costó menos de un euro y le va a hacer el mismo servicio. Ella misma relató como el número de puestos crece cada domingo y como gente que conoce ha tenido que vender en él buena parte de los muebles de su casa para tener algo que llevarse a la boca. El mercadillo de La Máquina, al contrario que otros, se revaloriza con la crisis. Cada vez tiene más gente pero —como apuntó uno de los vendedores— también menos dinero.

Allí, en Huertas de Sacramento, el alboroto mañanero se mezcla con silencios realmente estremecedores.