Diario de León

Antonio Tejerina guionista de ‘El hormiguero’

«Soy menos diabólico de lo que me gustaría, tengo casi todo por hacer»

Dice que el humor le ha salvado. Y el rock. Y la escritura. Sin dejar sus guiones para el programa ‘El hormiguero’, el humorista berciano Antonio Tejerina —que se ríe de su discapacidad con el sobrenombre de ‘El diablo sobre ruedas’— publica ahora una novela con su propia banda sonora

Tejerina, ‘El diablo sobre ruedas’, ya había escrito antes una novela ensayo sobre su discapacidad.

Tejerina, ‘El diablo sobre ruedas’, ya había escrito antes una novela ensayo sobre su discapacidad.

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CARLOS FIDALGO | PONFERRADA
Ponferrada

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La portada lo dice todo. Una jeringuilla sirve de aguja a un tocadiscos. Así gira la vida. Y la contraportada, con la letra de una canción titulada en castellano Del Revés y que en su primera estrofa asegura que «nos movemos en un círculo», despeja cualquier duda sobre lo que el lector tiene entre sus manos. Antonio Tejerina, ‘El diablo sobre ruedas’ que guioniza los programas de televisión de Pablo Motos, ha escrito una novela — Melodías para morir o matar — sobrada de humor negro y rock and roll.

—Te voy a poner un pequeño reto para empezar. Defíneme tu novela en una frase.

—Hostia... Sería incapaz. Ya sólo el debate sobre qué poner en la contraportada me causó tantos problemas que opté por poner una pequeña pregunta (¿hasta donde llegarías si no tuvieras nada que perder?) que subyace en toda la novela y una canción, Upside Down de The Jesús and Mary Chain, que tiene bastante que ver con el argumento.

—’Melodías para morir o matar’... ¿Por qué ese título?

—El manuscrito inicial de la novela se titulaba Buen vecino, porque siempre que alguien la lía, siempre hay un vecino diciendo ‘no me lo esperaba’, ‘era un buen chaval’ ‘me daba las buenas tardes’... Pero al final, la música, seguramente porque casi casi forma parte de mí, tomó un papel central y era mejor titularlo así. Los capítulos están numerados como si fueran singles y el libro está dividido en cara A y cara B, puesto que hay un momento en que la trama pega un giro importante.

—El protagonista pincha discos en Malasaña, como tú. Tengo que preguntarte qué hay de ti en el personaje.

—Hay bastante. Sinceramente, tengo poca inventiva y al final escribo sobre cosas que me son cercanas.

—Presentas tu libro como una novela de humor negro con dosis de rock and roll. ¿Cuál es el punto de partida?

—Es la historia de un tipo que trabaja de taquillero durante las mañanas en el parque de atracciones, con todo lo que se supone que eso tiene de decadente en un lugar de diversión. Tiene un punto de desfogue en la música y en la tensión de las guitarras. Su vida es un tanto desastrosa porque no ha hecho casi nada de lo que él quería y decide que a lo mejor debería ponerle fin. Pero es un poco pusilánime, siempre encuentra excusas baratas, entre que lo intenta y no, decide que a lo mejor debería hacer algo más ético y entrañable que avergonzar a su familia, o por lo menos que les avergonzara de otra manera porque ya se sabe que el suicidio está bastante estigmatizado.

—Antonio ¿el humor es la salvación del hombre?

—Desde luego, de la mía sí. Sin humor la vida sería bastante más insoportable. La novela tiene las dos patas. Los dos caminos que a mí me salvan la vida; el intentar darle la vuelta a ciertas tortillas y el rock and roll.

—Una vez dijiste que la gente se suele acercar a ti como si fueras un extraterrestre. ¿Crees que es la silla de ruedas o tu gusto por las calaveras?

—Seguramente sea por la silla de ruedas. Lo de las calaveras, me vas a perdonar es como un escudo para mí. Si fuera un poco a medida, desde luego, lo que destacaría es la silla de ruedas y daría más pie al ‘hay que bonito’, ‘¿qué te paso? ‘qué tienes?’. Sin embargo, si llevas una calavera o lo que sea, tienes otra lectura. Alguien se puede preguntar si me caería de una moto al ir borracho y acelerando demasiado o si participaría en un rito satánico y se les fue la mano o cualquier otro tipo de lectura menos compasiva.

(Tejerina, que siempre se ha reído de su discapacidad, no ha dejado de ser guionista de Pablo Motos aunque ya no salga en antena. «No hago pantalla porque llegó un momento en que hacíamos excesivo hincapié en la silla de ruedas y eso es precisamente lo que siempre he tratado de evitar», asegura).

—Voy a recordarte algunas frases tuyas. Para hablar tu discapacidad has dicho que depende de con quién te comparen; ‘Yo me niego a ser menos válido que Paquirrín que no se sabe qué mérito tiene en la vida’.

—¿Yo he dicho eso?

—En una entrevista de 2008. Pegas fuerte...

—(Ríe). Los dos somos DJ’s.

—Y en esa misma entrevista decías que «con las chicas también tenemos algo bueno, que después de echar un polvo, ellas saben que no saldrás corriendo». ¿Tienes mucho éxito con las mujeres?

—No (ríe otra vez). Creo que nunca se tiene suficiente éxito.

—Acabamos con tu apodo. ¿Hay alguna diablura que te gustaría hacer?

—Muchas. Las tengo por hacer casi todas. A mi entrañable amigo Oscarín (el miniaturista Óscar Tahoces, dueño de uno de los pubs más originales de Ponferrada) se lo dije cuando empecé a fichar en el Morticia. Soy bastante menos diabólico de lo que me gustaría. (Y ríe de uevo).

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