El pueblo de Campo, en pie de guerra contra una antena telefónica

La instalación de una antena de telefonía móvil en Campo ha enfrentado a todos los vecinos de este pueblo del municipio de Ponferrada con el propietario de una finca que ha cedido el terreno a Telefónica para instalar allí dicha infraestructura, careciendo —según denunció la presidenta de la asociación vecinal, María José Martínez— de la perceptiva licencia municipal. Martínez asegura que el propietario no tienen tampoco permiso de Industria ni de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil para realizar la acometida de la luz, que tiene que pasar por un tramo de reguera.

«Tiene orden de paralización y precinto por parte del Ayuntamiento de Ponferrada», garantizó la presidenta de la asociación de vecinos de Campo, denunciando que la instalación se ha ido levantando poco a poco con nocturnidad y alevosía. «No tienen ningún tipo de licencia pero la ha ido instalando de noche, siempre a horas intempestivas, todo en plan furtivo», añadió la portavoz vecinal, explicando que cada vez que uno de los vecinos detecta cualquier anomalía o que los técnicos de la compañía telefónica vuelven a estar trabajando en la zona, se tocan las campanas de la iglesia para que todos los vecinos que puedan se reunan en torno a dicha finca a fin de parar los trabajos. Se avisa, además, a la Policía Local de Ponferrada.

«En el momento en el que llegamos, llamamos a la policía que, como existe una orden de paralización por parte del Ayuntamiento, obliga a los operarios a bajar de la torre y dejar de trabajar». Aún así —se lamentó María José Martínez— «este hombre se está pasando todas las órdenes por donde él quiere». Se han contado hasta tres visitas de los agentes municipales en un sólo día.

Hace un mes que la compañía telefónica reactivó los trabajos de instalación de la antena después de varios meses de paralización motivados por las quejas vecinales que surgieron en toda Ponferrada en contra de la colocación de antenas de telefonía móvil en el casco urbano de la ciudad. Entonces, los vecinos de Campo apoyaron a los de La Placa en este sentido y el propietario de la finca de la discordia cesó en la instalación. Ahora ha vuelto a retomarla y su pretensión es —apuntó la portavoz de los vecinos— instalar otra en una bodega que tiene. «Yo lo que no entiendo es por qué no lo obligan a tirar todo eso por orden de apremio», se preguntó Martínez.

Ella mismo explicó que la instalación se ubica al lado de la iglesia, del siglo XVII, y a menos de medio kilómetro del Camino de Santiago, algo que está prohibido, insistió la presidenta de la asociación de vecinos.