Cerrar

MINERÍA

20 años de 'los ocho de Virgilio'

Santa Marina de Torre recuerda el encierro del pozo Mariángela, el embrión del primer Plan del Carbón. Seis mineros estuvieron 30 días bajo tierra y dos más habían salido una semana antes por motivos de salud

Los encerrados en el pozo Mariángela, el 29 de octubre de 1994, al tercer día bajo tierra

Publicado por
CARLOS FIDALGO | PONFERRADA
Ponferrada

Creado:

Actualizado:

Le echaron un pulso al Gobierno. Y lo ganaron. Aunque veinte años después, de todo aquello sólo quedan fotos viejas, recortes de periódico y minas cerradas.

El primer Plan del Carbón se gestó hace 20 años a doscientos metros bajo tierra, en el pozo Mariángela de Santa Marina de Torre, y los protagonistas fueron ocho mineros de Virgilio Riesco —Marino Jardino, Carlos Do Santos Seijas, Joaquín Augusto Castro, a quien todos llamaban Quintero , José Luis Moreno, también conocido por Fran , Manuel Ruiz Frechiya, Esteban Fernández, José Antonio González Pardal , y José Luis Morán Selo — que el 25 de octubre de 1994, y en medio de un clima crispado por la reordenación del sector, bajaron a una de las galerías de la mina y anunciaron que no se moverían de allí mientras el último Gobierno socialista de Felipe González no cambiara una política que amenazaba con llevarse sus empleos por delante.

Aquello fue la espoleta que incendió las cuencas mineras. Y los ocho de Virgilio se convirtieron en un símbolo. Veinte años después, con la mina cerrada, el pueblo sin mineros —sólo quedan dos, que trabajan en Salgueiro y en Cerredo— y el sector del carbón reducido a mínimos históricos, Santa Marina de Torre inició ayer un repaso a su pasado más reciente con una serie de actividades organizadas por la Asociación Carqueixa que culminarán el sábado 22 de noviembre con la reunión de los supervivientes localizados de aquel encierro.

«Le querían dar carpetazo al carbón y cuando se encerraron, se sumó toda la minería. La contestación social fue enorme», decía ayer el que era teniente de alcalde de Torre en aquellas fechas, Melchor Moreno, que recordaba cómo después del encierro se sucedieron las «batallas campales» entre mineros y antidisturbios en Bembibre.

Dos de los ocho de Virgilio, Pardal y Selo , abandonaron el encierro por motivos de salud a las tres semanas. Los otros seis aguantaron un mes, hasta que los sindicatos arrancaron el compromiso del primer Plan del Carbón, que amortiguaba el declive del sector y abría el camino a las prejubilaciones de mineros. El 25 de noviembre, los seis eran recibidos como héroes en la boca mina por una multitud de ochocientas personas. «Los seis, con barba de siete días, gafas oscuras para protegerse de la luz solar y bien abrigados. El repique incesante de las campanas en la iglesia de Santa Marina y las tracas de los petardos se convirtieron en la alegoría vecinal de la liberación», escribía aquel día Manuel Enríquez en su crónica del Diario de León.

La misma iglesia que hace veinte años saludaba el fin del encierro con las campanas se ha convertido ahora, cuando no abre al culto, en centro de reunión vecinal y de las actividades de Carqueixa, que ayer inauguró una muestra de fotografías minera en el salón de la Casa Parroquial y otra en la Casa Museo con originales de periódicos de la época que narran los 30 días de «cautiverio», en expresión otra vez de Enríquez.

Carqueixa que ha programado un Otoño Cultural centrado en la conmemoración del encierro, también organizó ayer una ruda por la Senda de los Mineros, y celebró un magosto popular y una degustación de dulces de castañas. Otra cosa es que veinte años después, con la explotación de Virgilio Riesco cerrada y el sector en coma inducido, el sabor que ha dejado aquella movilización sea más bien amargo. Lo reconoce el propio Melchor Moreno, alcalde de Torre en dos épocas y miembro de la asociación. «Es verdad que el pulso lo ganaron los sindicatos. Pero el Plan del Carbón fue un regalo envenenado», asegura sin entrar más en detalles.

El epílogo no fue tan heróico. La plantilla de Virgilio Riesco se redujo de 160 a 96 mineros, pero muchos productores prefirieron cobrar las indemnizaciones y buscar otro trabajo, en ocasiones en otras explotaciones que habían evitado el cierre, a mantener el puesto en la mina de Santa Marina.

Cargando contenidos...