Juzgan por hurto a un ponferradino al confundirlo con un taxista de Madrid

La historia parece sacada de un guión de cine, pero es real. El 21 de junio pasado, dos personas se suben a un taxi en Madrid. A medio camino de su destino se percatan de que el taxista da bandazos con el coche. Creen que va borracho y le piden que detenga el vehículo. Cuando se iban a bajar, el taxista les reclamó el dinero de la carrera, pero los clientes se negaron en redondo a pargarle, porque no habían llegado a su destino.

A partir de ahí se entabla una discusión entre el profesional y los dos ocupantes. El grado de enfrentamiento llegó a tal nivel que el taxista sacó un spray de autodefensa y roció la cara de los dos hombres. Éstos salieron apresurados del coche, pero uno de ellos perdió la cartera dentro con el trajín.

El taxista se dio entonces a la fuga y una de las dos personas que había solicitado sus servicios anotó un número de matrícula del coche. Con estos datos presentaron denuncia en la Policía madrileña y comunicaron el número de matrícula que anotaron en la calle tras la trifulca con el taxista.

Pero ese número y letras que uno de ellos memorizó bailó en alguna cifra, porque la matrícula resultó ser, no la del taxi, sino la del Citroën C-5 de un ponferradino, que ni es taxista ni participó en nada de lo que sucedió en Madrid ese día.

Es aquí donde entra en escena Alfonso Pérez Crespo. Unos días antes de celebrarse en Ponferrada el Mundial de Ciclismo alguien llama a la puerta de su casa y deja un extraño recado de notificación, que creyeron que coincidía con los rumores sobre la actuación de algunos estafadores. No le dio más importancia, pero en octubre pasado recibe una llamada de la comisaría indicándole que tiene una notificación judicial. Y hace quince días recibe otra citación judicial en la que —sin tener la más mínima idea de lo que sucedía— le piden que se persone el próximo martes 25 de noviembre en el Juzgado Número 18 de Plaza de Castilla, en Madrid, que lleva el magistrado Ángel José Lera Carrasco. El mismo que juzgó por conducir ebrio al ex portavoz del PP con Aznar, Miguel Ángel Rodríguez.

El berciano Alfonso Pérez —el afectado por esta confusión— pone lo sucedido en manos de un abogado, de Juan Felipe Méndez. Éste se entera del sumario y comunica así a su cliente la instrucción del caso. Entienden que todo es una mala confusión, y el letrado remite al juez todos los datos de Alfonso Pérez: desde los papeles del coche de su propiedad, que no es taxi; su declaración de la renta; nóminas; dónde vive y todo lo necesario. Sin embargo, el juez hace caso omiso de los papeles certificados y el martes el ponferradino, identificado por error, tiene que estar en Madrid para ser juzgado a las 12.30 horas.