Diario de León

43.º FESTIVAL NACIONAL DEL BOTILLO DE BEMBIBRE

El botillo resucita a Gil y Carrasco, que acepta ser Hijo Adoptivo de Bembibre

Dos siglos después de su nacimiento, el escritor pregonó la edición más insólita del festival.

El alcalde de Bembibre y el pregonero, Enrique Gil y Carrasco, a su llegada al pabellón en el que se celebró la gala.

El alcalde de Bembibre y el pregonero, Enrique Gil y Carrasco, a su llegada al pabellón en el que se celebró la gala.

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M. J. ALONSO / M. Á. CEBRONES | BEMBIBRE
León

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Cuarenta y tres años lleva Bembibre celebrando su Festival del Botillo —desde hace ya varios con reconocimiento nacional— y nunca antes había estado en el papel de mantenedor un personaje tan insólito como ilustre. Con motivo del ‘Año Romántico’, la capital del Bierzo Alto resucitó ayer al novelista y poeta berciano Enrique Gil y Carrasco —en la figura del actor Álvaro Caboalles— y le dio el protagonismo que sólo una personalidad de su altura se merece. Porque Gil puso a Bembibre en el mapa con la novela histórica más importante de todos los tiempos, El Señor de Bembibre. Y esa novela forma parte de la vida cotidiana de la villa a través de sus calles, sus estatuas y sus centros de enseñanza. Por ello, además de mantenedor del Festival del Botillo más importante de España, el poeta será nombrado también Hijo Adoptivo, como así lo hizo saber ayer su alcalde, José Manuel Otero.

«Es para todos nosotros un honor que este año seáis nuestro pregonero, para que también el Botillo de Bembibre vaya unido para siempre a vuestro nombre universal», aseguró el regidor en el acto de bienvenida previo a la gala que tuvo lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento. Hasta allí llegó Enrique Gil después de recorrer a pie el trayecto desde la Villa Vieja, ataviado con elegante levita y vistoso lazo romántico. Bien vestido para la solemne ocasión pero «algo deteriorado por el paso del tiempo» —como él mismo dijo con ligera ironía— el poeta villafranquino no ocultó en ningún momento su emoción y ya ante los cientos de asistentes que llenaron a rebosar el pabellón Manuel Marqués Patarita, recordó su vida en el Bierzo y fuera de él.

Dibujó con sus palabras parajes como el Lago de Carucedo, Cornatel, el valle del Silencio y la Aquiana, sin olvidar, desde luego, la villa que ayer reconquistó, donde siempre se detenía —rememoró— al ir y volver hacia Astorga, Valladolid o Madrid. «Mis fatigas reclinaron aquí su cabeza y cuando quise contar a Prusia y a la Europa los estragos y crímenes cometidos contra la Orden del Temple, y cuando quise contar al mundo entero la verdadera historia de amor entre don Álvaro y doña Beatriz, vuestra noble y leal villa me dio su nombre», destacó el reencarnado Gil y Carrasco, asegurando que, por ello, «no sois vosotros quienes tenéis que agradecerme; soy yo quien está agradecido para siempre por haberme regalado a vuestro Señor de Bembibre».

Un guiño a la minería

El insólito pregonero hizo recuento del pasado y analizó también el presente de una comarca «cambiada» y «distinta». Ni la crisis minera ni los estragos del patrimonio le fueron indiferentes al autor universal. «Me duele ver algún que otro monasterio o castillo tan maltratado como hace 200 años. Siento que la minería no vaya tan bien y tan próspera como me pareció sería cuando escribí que la minería sería una gran fuente de riqueza para el Bierzo. Parece que las cosas se han torcido, pero igual que entonces me arrastré por los túneles y galerías de Las Médulas, hoy me siento un minero más entre vosotros».

Así, entre romanticismo, historia y homenaje a Gil en el segundo centenario de su nacimiento, celebró Bembibre la cuadragésima tercera edición de su Festival. Una edición inusual y llena de sorpresas.

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