Diario de León

Un sueño en mil pedazos

Comienza el vaciado, pieza a pieza, de la bodega creada por Daniel Vuelta para ser ‘la más grande’. Señorío de Peñalba, en pocas semanas, no será más que cuatro paredes. No habrá diferencias con el resto de naves que se ha llevado por delante la crisis en la comarca. Sin embargo, la bodega de Toral debe figurar en ese reducido grupo de proyectos que soñaron con hacer grande el Bierzo.

Alguno de los depósitos retirados esta semana de la bodega.

Alguno de los depósitos retirados esta semana de la bodega.

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j. c. franco | toral de los vados
León

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Un sueño roto. Descuartizado en pedazos vendidos al mejor postor. Al final, un castillo que, con el tiempo se demostró, tenía sus cimientos en el aire. Esta semana ha comenzado a materializarse el vaciado de las naves que dieron forma en su día a los sueños de grandeza de uno de los visionarios de la vinicultura del Bierzo, Daniel Vuelta Fernández —fallecido en 2013—.

Un sueño que pasaba por convertir la región vitivinícola del Bierzo en un referente internacional y para ello se dispuso a construir en Toral de los Vados, a finales del pasado milenio, la bodega de mayores dimensiones de cuantas se han ideado en el Bierzo: Señorío de Peñalba.

Un sueño que este mes se quedará reducido a un esqueleto de cuatro paredes y poco más, al retirarse la maquinaria de la bodega adquirida en la subasta incluida en el proceso de liquidación de la empresa.

Depósitos de acero inoxidable con camisas de frío para la elaboración de los mostos —alguno hasta con capacidad para medio millón de litros—, planta embotelladora, cubas,... han sido las últimas en desfilar desde el polígono de Toral de los Vados a otras bodegas de la comarca que continuarán dándole el uso que en su día planeó Vuelta. Antes ya se habían liquidado las existencias de vino, tanto embotellado como a granel que permanecían en las instalaciones, así como las marcas legendarias del grupo, como las más conocidas Señorío de Peñalba o Palacio de Arganza, o las menos habituales, Marqués de Toro, Señorío de la Antigua o Marqués de Montejos. Esta última, sin duda, un guiño a los orígenes humildes de una bodega que, en sus mejores tiempos, llegó a comercializar diez millones de botellas de vino.

Y es que las raíces de este imperio de cristal estaban enraizadas en la pedanía ponferradina de San Andrés de Montejos, donde ya el padre de Daniel elaboraba vino. Desde este punto de partida, Vuelta comenzó a soñar en alto: adquisición del palacio y bodega de los Duques de Arganza, situado junto al parque de la Alameda villafranquina, anuncios de sus caldos en el estadio Santiago Bernabeu, inclusión de sus vinos en la carta de los menús de la aerolínea Iberia, aventuras en Cuba, la antigua Cooperativa Vinícola Villafranquina o las propias instalaciones de la bodega ahora troceada en Toral de los Vados.

Sueños de altos vuelos con un amargo despertar en forma de liquidación del grupo. Un proceso liquidador en el que primero entraría Palacio de Arganza. Corría el mes de enero de 2012, y el juzgado abría la fase de liquidación para la bodega villafranquina. Ocho meses después la bodega de Toral de los Vados corría la misma suerte.

Desde la entrada en barrena del grupo de empresas, muchas han sido la especulaciones sobre el presunto interés por reflotar el grupo y muy pocos los que realmente se han acercado con una oferta en firme para su adquisición. Empresarios chinos, rusos, algún ‘primer espada del mundo empresarial español’ —especializado en adquirir empresas en crisis, que habría enviado al Bierzo a sus expertos para evaluar la operación— o más recientemente un grupo de capital asturiano que pretendía resucitar el grupo, combinado la actividad en la bodega y la reconversión del palacio villafranquino en un hotel de cuatro estrellas y 30 habitaciones.

Las diferencias económicas frustraron esta última tentativa de mantener en pie el ‘imperio’. Si por el palacete el acuerdo se barruntaba cercano —en torno a los 850.000 euros—, por la bodega ni se llegaron a aproximar las posturas. Y es que el principal acreedor, según el portavoz del grupo interesado, no estaba dispuesto a rebajar el precio de cuatro millones de euros —el triple de la cifra a la que este grupo estaría dispuesto a llegar—.El acuerdo se frustró y con él voló en mil pedazos el sueño de Vuelta.

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