Una bodega con los pies en la tierra

L a tierra, la viña. Volver a la esencia del ser. A la cultura de los ancestros y contener toda esa sabiduría en una botella de vino. Una nueva vuelta de tuerca a la elaboración de vinos de calidad que abandera una nueva generación de enólogos y viticultores para los que su vida es la viña. Así lo entiende Diego Losada, uno de los más jóvenes bodegueros de la Denominación de Origen Bierzo, que a la vez que gana adeptos para su forma de entender la relación con el vino, quiere llevar a buen puerto el proyecto de pequeña bodega que vio la luz hace apenas dos años. «Si tienes aspiraciones en la vida o quieres hacer algo que realmente te gusta, tienes que tener libertad para poder hacerlo», apunta Diego Losada, quien, por este motivo, decidió romper ataduras con la bodega para la que trabajaba.

Sin tradición familiar que lo ligara la mundo de la viticultura, Diego Losada se lanzó a la conquista de su sueño y consiguió sacar las primeras 4.000 de su Mencía en 2013. Un año más tarde, prácticamente ha triplicado su producción hasta alcanzar las 11.000 botellas, si bien tiene claro que las grandes cifras no son su obsesión. «Estoy muy al principio del camino, pero sigo subiendo escalones. Sigo escalando y no veo que me quede».

En ese camino hacia la meta que se ha marcado, el siguiente peldaño es la exportación, sabedor de que el modelo de negocio en el mercado nacional «está un poco anticuado, en el sentido de que las grandes marcas prevalecen, con ellos no puedo competir en precios». Estados Unidos y Centro Europa son ahora los principales destinos de sus caldos.

Unos vinos en los que se incluye ese valor añadido que Diego Losada quiere darle a sus productos, y que se puede enmarcar una corriente al alza «no tanto en el Bierzo, pero sí en España y que los franceses llaman vigneron, y que consistiría en gente más preocupada por la viña y el entorno. Por hacer de esto, no tanto una viticultura sostenible, sino de no intrusiva».

Llegar a convertir su idea empresarial en una realidad no ha sido fácil. «Desde la administración no es un país sencillo para emprender. Y menos para alguien como yo que me pasa el 70% de mi tiempo en la viña, sobre todo es muy complicado con el tema del papeleo. Gracias a las nuevas tecnologías, puedes estar en medio del monte y responder a alguien de EEUU. Es una lucha», asegura Losada, en medio de la faena entre sus vides de Santalla.

Afortunadamente, el proyecto de bodega ha conseguido el respaldo de un grupo con implantación en la comarca —Eje Atlántico— que le han brindado su apoyo «y que gracias a ellos puedo llevar a cabo un montón de cosas que de otra forma no podría hacer».

Gracias a ello y a su determinación por llevar este proyecto a buen puerto, Diego Losada está convencido que alcanzará las metas que se ha marcado. «Mi idea trasciende un poco más de la idea de bodega, es una forma de vida», asegura, a la vez que sentencia «no se trata tanto del sueño de uno de hacer vino, como de sobrevivir haciendo lo que te gusta».

Desde esta máxima se atreve a aconsejar a otros jóvenes que quieren emprender su misma aventura: «Que tiren para adelante. Que creen un círculo de apoyos, que salgan de la zona de confort. Que salgan y luchen, porque, en definitiva, todos los días son una lucha. Suena muy guerrero, pero es así. Todos los días surge algo».