Las obras en la N-536 sepultan el yacimiento paleontológico de Salas, referente mundial
Hace ocho años comenzó una infructuosa tramitación del expediente que reclamaba una figura de proteccion . «Es un atentado al patrimonio natural y la geodiversidad».
Científicos e investigadores nacionales e internacionales ya había alertado del peligro de la mano del hombre, haciendo un llamamiento a su conservación. Entonces se referían al expolio. Nada mencionaron de la apatía o la burocracia de las administraciones. Sin embargo, estas han sido las que han firmado su desaparición.
Hace ahora ocho años comenzaron los trámites para lograr la declaración como Bien de Interés Cultural —de cara a lograr una protección que ahora se echa en falta— para el Yacimiento Paleontológico de Salas de la Ribera. Casi una década más tarde, estos trámites no sólo no han tenido una respuesta satisfactoria, y muy probablemente reposen en el fondo de algún cajón de la administración competente, sino que uno de los contextos geológicos de mayor relevancia a nivel mundial —así lo aseguran los investigadores al referirse al yacimiento de Salas—, ha pasado ya ‘a mejor vida’.
Una capa de cemento proyectado, combinado con mallazo grueso y bulones de doce metros de profundidad introducidos en el terreno para afianzar la obra, ha devuelto la oscuridad a un yacimiento en el que se localizaba el 90% del registro mundial de Sinrabdosomas. Un enclave paleontológico de relevancia que permitió arrojar luz sobre la razón de ser de estas agrupaciones o colonias de graptolitos, rebatiendo teorías hasta ese momento admitidas como ciertas por la comunidad científica internacional.
Las obras que desde hace dos semanas se están acometiendo en la N-536, que comunica Ponferrada con Puente de Domingo Flórez, ha cerrado de golpe las posibilidades continuar en el futuro con esa investigación en un yacimiento de relevancia mundial. Si hace aproximadamente 400 millones de años, la zona escondía celosamente sus secretos y formas de vida a más de 200 metros bajo el agua, ahora será una capa de hormigón de diez centímetros la que cierre el paso a la investigación y a la curiosidad humana.
«Es geodiversidad que perdemos. Los niveles más interesantes desde el punto de vista patrimonial y geoturístico están ya cubiertos», afirma el investigador del CSIC, Juan Carlos Gutiérrez Marco, desplazado a la zona tras tener conocimiento por miembros del IEB de la amenaza que se cernía sobre el yacimiento de Salas de la Ribera.
Mientras percuten machaconamente los taladros para introducir los bulones que evitarán futuros desprendimientos de rocas, el investigador del CSIC se emplea a fondo, martillo en mano, para buscar entre los restos de rocas desprendidas de la obra nuevos ejemplares de graptolitos o de cualquier otro ejemplar fósil—como el Euripterido, un gran escorpión marino del que se encontró un aguijón fosilizado hace ocho años— que habitara esas aguas hace más de cuatrocientos millones de años.
«Un yacimiento único a nivel internacional alicatado hasta el techo», lamenta con una sorna que no puede ocultar su indignación el científico. «Es un atentado al patrimonio natural y la geodiversidad del Bierzo, España, y también del mundo, pues este yacimiento es único a nivel internacional».
Un ‘alicatado’ de toda la roca que plantea dudas tanto sobre la necesidad de acometerla en ese punto, con las dimensiones proyectadas y la ‘agresividad’ con la que se han proyectado los trabajos. «La obra es la que es y la empresa que la está ejecutando se está ciñendo a lo que aparece en el proyecto. Bastante hacen que nos han permitido intentar buscar entre los cascotes que han desprendido algunas piezas. Pero lo cierto es que, antes del mallado, desde la grúa, los obreros apalancaron rocas para echar abajo manualmente los bloques que amenazaban desprendimiento, y ninguno de ellos llegó a alcanzar la calzada», cuestiona Gutiérrez Marco.
Una cirugía preventiva que suele aplicar la administración y que en este punto concreto de las obras que se están acometiendo en el vial de Ponferrada a Puente de Domingo Flórez ejemplifica el dicho de ‘matar moscas a cañonazos’.
De hecho, esta intervención, si se hubiese tenido en consideración el lugar de relevancia científica en el que se iba a actuar, «y que está catalogada como tal tanto a nivel nacional como internacional, pero parece que no se incluye en los catálogos regionales», podría haberse realizado en «una franja de unos diez metros, que es donde más peligro de potenciales derrumbes podía existir, y lo han extendido a 25 metros estatigráficos porque sí». Una circunstancia que al valedor de este yacimiento le lleva a considerar que puede haber existido «como mínimo mucha ignorancia, insensibilidad, y puede que incluso negligencia».
El expediente promovido por el Ayuntamiento de Puente de Domingo Flórez en 2007 para conseguir su conservación — «está claro que la mayor geoconservación es taparlo», lamenta irónicamente Gutiérrez Marco— se topó en un primer momento la decisión la comisión provincial de Patrimonio en León de elevar la petición a la Dirección General para que fuese ésta la que estudiase las aspiraciones del yacimiento. «Estos humildes seres marinos, pese a tener una singularidad mundial, no les han interesado. Si hubiesen sido dinosaurios...», lamenta el investigador. Frente a esta falta de interés, el científico recuerda que el gobierno de Aragón no puso tantos reparos a la consideración como BIC de los fósiles localizados en el yacimiento de Murero.
Debido a esta falta de protección, el yacimiento paleontológico de Salas de la Ribera ha dejado de tener accesibilidad para poder realizar estudios científicos, a la vez que se arruinaba cualquier posibilidad de un futuro desarrollo de la zona desde el punto de vista del geoturismo —un yacimiento que podía haber complementado la visita a Las Médulas—.
«Esto nos va a obligar a buscar la continuidad de las capas en la montaña de enfrente. En el camino que sube a Pardollán, en el Parque Natural de la Sierra de la Encina de la Lastra. Es decir, el que quiera estudiar las sinrabtosomas de Salas tendrá que ir a Galicia».
Una situación estrambótica y poco probable, ya que encontrar esta capa para dar simplemente con el estrato —de unos diez centímetros—en el que se encuentran estas formaciones sería necesario hacer prospecciones de hasta 120 metros. Un trabajo de difícil ejecución y de resultados inciertos. Una labor que difícilmente nadie acometerá cuando saben que no contarán ni con el respaldo ni con el apoyo de una administración que despreció lo que la propia naturaleza le había servido en bandeja.