Cacabelos, capital del Imperio
La villa del Cúa acogió ayer el desfile de las legiones de Ludus Bergidum, que este año reunió a diez asociaciones.
Abrir la ventana de casa y encontrarse con un desfile de legiones romanas escoltando al poderoso César entre vítores de la gente que forma la comitiva. Podría tratarse de una imagen onírica, pero la realidad es otra. Cacabelos celebró ayer su tradicional recreación histórica romana, un conjunto de actividades que surgió a raíz de la organización de unas olimpiadas con motivo de las fiestas de San Roque. La asociación cultural Ludus Bergidum es la encargada de la preparación y la puesta en marcha del evento.
A las 17.30 horas, el campamento del Ala II Flavia abrió sus puertas y permitó a los allí presentes entrar a respirar el ambiente de un auténtico campamento romano. Armas, pretorianos y curiosidades de la vida de la época que, junto con las artesanías del tradicional mercado, hicieron las delicias de los asistentes. A las 19.30, los participantes de la recreación realizaron la primera pisada de uva del año y ofrecieron su mosto a la diosa bergidense Degantia, que también recibió las ofrendas y el saludo de las legiones romanas. Después de la ofrenda y la ceremonia con la diosa, los participantes caminaron en comitiva desde la playa fluvial hasta La Moncloa para recibir a los miembros del Senado y al César, que dio su beneplácito a la villa.
A las 20.00 horas, el emperador encabezó el desfile de las legiones, que discurrió desde La Moncloa hasta la plaza Mayor de la villa y que dejó una imagen de escudos y simbología romana y tiñó de rojo y blanco las calles del municipio. Posteriormente, el emperador presidió una boda romana entre un gladiador y una gladiatrix. Las bailarinas exóticas de la Mansio Consular y los combates de gladiadores amenizaron la jornada, que finalizó con la venta de esclavos y la tradicional ronda romana por las 25 tabernas que colaboraron con el Ludus.
El presidente de Ludus Bergidum Flavium, Gonzalo González, afirmó que el objetivo del evento es «homenajear el pasado histórico romano de Cacabelos a la vez que hacemos pasar un buen rato a la gente». La villa del Cúa, antiguo punto de cruce de la ruta del oro, es el escenario perfecto para acoger esta dramatización, que sería imposible sin la ayuda desinteresada de los vecinos que hicieron de la villa la capital del Imperio.