Un edificio con raíces en el siglo XV devastado por el fuego en 1979

Nada ha trascendido de la existencia, como se asegura de todos los castillos o palacios, de un fantasma muros adentro del Palacio de los Duques de Arganza. Lo que sí tiene este edificio es leyenda. Una leyenda y mil historias ligadas, fundamentalmente, a la muy particular personalidad del desaparecido empresario vinatero Daniel Vuelta.

Historias acrecentadas sobre el dorado de sus lavabos o el origen de los jarrones con los que el empresario decoró el interior de un edificio que pasó a ser de su propiedad en el año 1964, convirtiéndolo en el centro de operaciones de sus empresas y su residencia particular. Unas dependencias que por igual recibían a fenómenos de masas del mundo de la canción, como a políticos, dentro de esa labor de marketing comercial que manejaba como nadie Daniel Vuelta.

Sobre el origen del palacio, éste estaría vinculado a la dinastía de Arganza, que según recogía la propia empresa vinícola en su página web «ya se conocía en el siglo XIII, siendo rey de Castilla, Fernando IV», teniéndose constancia de su construcción dos siglos más tarde.

A partir de 1805, el edificio comenzó a desarrollar su faceta comercial como emblema de la marca de vinos Palacio de Arganza. Una empresa que el vinatero natural de San Andrés de Montejos adquirió en el año 1964.

En el mes de junio de 1979, un incendio destruyó su interior, asegurándose en las crónicas de la época que las llamas se habrían ‘llevado por delante’ obras de arte, —incluidas dos obras de Salvador Dalí— y buena parte de la colección de vino guardado en la bodega del palacio —se habló incluso de 6.000 cajas de vino de la cosecha de 1948—.