Beda revela un aumento de mujeres en cura por dipsomanía y del consumo compulsivo
No quiere decir que haya más adictas, pero sí más bebedoras que deciden atajar el problema.
El Centro de Tratamiento del Alcoholismo del Bierzo, Beda, atendió en el último año a 119 personas nuevas, de las que 68 decidieron iniciar un tratamiento para atajar su adicción al alcohol. La cifra no varía mucho con respecto al número de pacientes noveles registrado tan sólo un año antes, pero sí se han dado en 2015 situaciones reseñables que, sin tener una causa concreta, denotan un cambio en el perfil general del consumidor de alcohol. Aumenta, por primera vez en muchos años, el número de mujeres que deciden ponerse en tratamiento —pasando de un 20% de media de ejercicios anteriores a más de un 32% del total de usuarios— y se incrementa también, en este caso prácticamente se duplica, el volumen de pacientes que entran en el programa de Beda por un consumo compulsivo o esporádico de alcohol. Hasta el año pasado, la cifra de consumidores compulsivos en tratamiento rondaba el 18% del total de pacientes y el año pasado subió hasta el 32%; aunque bien es cierto que la mayoría de los pacientes de Beda (68%) siguen siendo consumidores diarios.
Sin poder ofrecer una explicación única o generalizada de estos cambios en el patrón, la psicóloga de Beda Bierzo María Bretaña explicó que la presión del entorno familiar en el caso de los jóvenes y la superación de los tabúes sociales en torno al consumo de alcohol entre las mujeres y la superación de la «vergüenza» para reconocer el problema y dar el paso hacia el tratamiento, pueden ser factores de peso que permiten explicar el incremento de usuarios pertenecientes a estos sectores de población.
Hombre de 46 años
Por lo tanto, mientras que la proporción de géneros era, hasta este último año, de 80% hombres, 20% mujeres; ahora la orientación ha cambiado. Hay más mujeres en cura —no quiere esto decir que haya más alcohólicas— pero el perfil medio del consumidor de alcohol sigue siendo hombre con una edad que ronda los 46 años, casado, laboralmente activo, residente en un entorno urbano, con antecedentes familiares de consumo de alcohol y que acude al Centro de Tratamiento del Alcoholismo por influencia de su entorno familiar. Asimismo, el 60% de los usuarios de Beda son también fumadores —en este caso son mayoría las mujeres— y la mayor parte de ellos no consume otro tipo de drogas, aunque sí hay un 25% de personas con problemas de alcohol que solicitan tratamiento y además consumen otras sustancias estupefacientes de manera paralela, sobre todo cannabis y cocaína.
Por lo que respecta la edad de inicio en el consumo de alcohol, ésta ha subido levemente con respecto a la media del año anterior. Según los datos manejados por Beda, la edad media de inicio se sitúa ahora en los 15,58 años tanto para hombres como para mujeres. En cuanto a las causas que pueden llevar a una personas a caer en una adicción al alcohol, éstas son diversas, aunque pueden dividirse en dos bloques fundamentales: entre los jóvenes, las salidas nocturnas, las relaciones sociales y el tipo de ocio; hay otro grupo de personas que se inicia en el consumo por motivos más emocionales —problemas de soledad, depresiones, estados de ánimo variables...— y encuentra en las bebidas alcohólicas un modo de generar cierta euforia.
En todo caso, según especifico la psicóloga María Bretaña, el mayor porcentaje se corresponde con el hábito o costumbre social de la ingesta de alcohol.
Antecedentes familiares
Llamativo es también el hecho de que el 67% de todos las personas que a lo largo de 2015 iniciaron tratamiento en Beda tienen antecedentes familiares de consumo de alcohol. Hay un aspecto genético y también social, de imitación de un patrón de consumo. No obstante, Bretaña quiso dejar claro que son muchos los factores variables que influyen y que «nadie puede a pensar que por tener, por ejemplo, un padre alcohólico, su hijo va a serlo también».
El programa que el Centro de Tratamiento del Alcoholismo del Bierzo ofrece a sus pacientes tiene una duración de dos años en los que éstos reciben apoyo interdisciplinar en el que está involucrado un equipo formado por tres psicólogas, dos médicos y un trabajador social. Tratamientos específicos para cada caso, en los que también se trabaja con las familias, que en un proporción importante surten efecto, pero también se producen fracasos. De hecho, el 34% de los pacientes que iniciaron tratamiento el pasado año, es decir, más de uno de cada cuatro, es la segunda o tercera vez que lo intentan.