Verónica quiere ser peluquera y José, «poli»

Verónica quiere ser peluquera. José, policía. O mejor dicho, «poli», en diminutivo, porque después de escribir lo que quiere ser de mayor en la tarjeta de colores que le dieron durante la jornada de motivación celebrada ayer, tachó las tres últimas letras.

Preguntarles a los niños gitanos del colegio La Puebla qué es lo que quieren hacer cuando crezcan fue la forma de iniciar la charla con los estudiantes de su etnia de Cacabelos, que tienen algunos años más y han optado por seguir estudiando.

Excitados por la novedad, los pequeños se quedaron en silencio en cuanto Josué abrió la boca y les dijo que estudiar es bueno para los gitanos. Le escucharon con atención cuando les contó que su vida cambió en el momento en que se dio cuenta de que tiene más futuro si se forma. Y rieron cuando le vieron en el cortometraje premiado.

Y Junto a Josué, que quizá acabe siendo guardia civil o gestor administrativo, también hablaron Saúl y Sandra, que trató de convencer a los pequeños de lo que cambia la vida cuando se tiene un sueldo a final de mes.

En una sábana de papel, las tarjetas adhesivas que habían escrito los alumnos de La Puebla eran de lo más variopintas. Cuando alguien les preguntaba ¿qué quieres ser de mayor? los más pequeños de entre los pequeños no dudaban en apuntar alto. «¡Superman!» «¡Spiderman!», como haría cualquier niño en otro centro.

Los alumnos de etnia gitana tienen un elevado porcentaje de abandono escolar. Alguna madre gitana reconocía ayer que ha llegado a sacar a alguno de sus hijos del colegio La Puebla para matricularlo en otro centro, pero la adaptación no siempre ha sido fácil. Y entre la etnia gitana, todavía existe algún prejuicio que asocia la integración en el sistema educativo con la pérdida de identidad, como revelaron las palabras de Josué. «Por estudiar no nos apayamos », dijo.