Diario de León

La memoria del sabor tradicional

Llega el arca de Noé de los vegetales autóctonos

El Centro de Formación Agraria de Almázcara recupera con su banco de semillas las variedades de tomate, cebolla, alubias y también frutales de diferentes pueblos bercianos, que se perderían por falta de producción.

Natalia Arnáiz ante la amplia reserva de semillas que guardan en el banco que tienen en Almázcara. ANA F. BARREDO

Natalia Arnáiz ante la amplia reserva de semillas que guardan en el banco que tienen en Almázcara. ANA F. BARREDO

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MANUEL FÉLIX | Ponferrada

Nadie cuestiona la riqueza agrícola del Bierzo y el sabor tradicional de los frutos que produce su huerta. Pero, precisamente para que ese sabor de un tomate, pimiento, cebolla o lechuga siga manteniendo esa sustancia que la hace tan especial para el paladar y no se pierda en producción intensiva de invernadero, es por lo que en el Centro de Formación Agraria de Almázcara trabajan con un banco de semillas de esos vegetales y frutales, con sabor autóctono del Bierzo. Es algo así como el arca de Noé en la que están y se conservan los ADN de los alimentos de la huerta y el campo comarcal.

El centro berciano forma parte de la Red nacional e internacional de Semillas Resembrando e Intercambiando, que funciona con grupos locales como el del Bierzo. Todos se dedican a la prospección, recolección, puesta en cultivo e intercambio de semillas de variedades locales o cultivares.

Hay dos tipos de bancos de semillas, el que se cultiva a partir de semillas, y con un terreno y neveras para conservarlas es suficiente. Pero, hay determinadas especies, como es el caso de los frutales, que la conservación de esas semillas locales, tiene que ser in situ. Es decir, permanentemente en cultivo, porque su reproducción es vegetativa. Es una rama que se va plantando, no se puede guardar, puesto que por ejemplo, si se almacena una semilla de una manzana, la fruta que sale de ahí no es la misma manzana. Por eso, para tener las variedades de manzanas, de pera o de lo que sea, tradicionales, se necesita contar con el árbol permanentemente en cultivo para poder luego repartir estaquillas o yemas.

El banco de semillas lleva funcionando en el Bierzo aproximadamente desde el 2002, pero ahora, desde que ha llegado a la dirección del centro Natalia Arnáiz, la finca de frutales de Almázcara se está reconvirtiendo poco a poco en un banco, in situ, de variedades tradicionales.

Este banco de semillas cuenta con 63 «entradas» del Bierzo. Por ejemplo, por citar algunas: la cebolla de Villafranca; berza de asa de cántaro, de Villamartín del Sil; tomate de Corullón o frejol de la Valduerna, que no es propiamente Valduerna ni Bierzo.

«Dar un nombre a una variedad local es difícil; hay veces que la tiene; como la pera caruja, pero otras veces la gente simplemente dice tomate del país, y nosotros la renombramos con la procedencia del pueblo donde vino la semilla», explica Arnáiz. Por ejemplo, el tomate de Corullón es el mismo conocido por el nombre del país, que se puede encontrar en una frutería. «Lo complicado es que, a veces, mucha gente llama de la misma manera a diferentes variedades», remarca.

Desde el Bierzo están en contacto con el servicio de investigaciones de Mabegondo, en La Coruña, dado que en breve publicarán un proyecto que consiste en la caracterización genética de todas las variedades locales de manzana. «Con eso, nosotros vamos a saber qué tenemos en el Bierzo y se va a renombrar a nivel nacional para escoger el nombre y no haya duplicidades de una variedad muy particular», explica la responsable del banco berciano de semillas. Todo para uniformar la nominación y optimizar los recursos que se invierten en esos bancos in situ. Y eso, porque lo realmente caro, no es tanto mantener la semillas, lo caro es mantener plantaciones en cultivo.

En esta línea también cuentan con otros productos como la lechuga, pimiento tres venas o alubia de Fuentesnuevas, entre otros. Son nombres que podrían perderse en la memoria si no están en una denominación de origen.

Este banco de semillas es también una especie de banco de memoria genética. «La puesta en valor de las variedades locales agrarias pasa por su utilización en la cocina; de hecho, uno de los lemas de la red de semillas es de la huerta al plato; y de hecho muchos platos tradicionales, como la fabada asturiana, dependen obviamente de esa variedad, la fabada no sería la misma si no fuera con esa alubia», remarca Arnáiz.

Estas variedades de semillas que guardan con celo en las instalaciones de Almázcara son minoristas, finalistas, casi en peligro de extinción. La erosión genética de todas las variedades es muy grande. En agricultura se tiende desde hace muchos años a uniformizar. «A principios del siglo XX había en España por ejemplo cien variedades de trigo y ahora hay nueve; han pasado cien años y es muy poquito», ejemplica la directora del centro agrario berciano.

Preguntada sobre si ahora mismo corren peligro de extinción variedades de vegetales muy apreciados en el Bierzo, Natalia Arnáiz cuenta que el tomate conocido en la comarca, «que es muy grande, muy feo, muy sabroso, buenísimo y con la piel muy fina», por las características que tiene, no puede ser comercializado a grandes distancias. Y eso, sucede en muchas ocasiones para casi todas las variedades locales, y entran en peligro de desaparición cuando desaparezcan todos los pequeños horticultores de autoconsumo o que venden en el mercado local. Una gran superficie casi nunca compra este tipo de tomate, por citar un producto. «Entonces —dice Arnáiz— es una situación complicada, dependemos del consumidor, de la educación y la cultura que tenga el consumidor, del pequeño comercio local y del sector de la restauración».

De esta forma, lo que tienen entre manos los responsables de este banco de semillas es como una especie de reserva vegetal de productos ecológicos bercianos. La variedad del tipo que sea se puede cultivar en ecológico o por el método convencional. En el caso de Almázcara, la red de Semillas está ligada a la producción ecológico, y sólo recogen semillas de cultivo ecológico. En la finca de Almázcara se cultiva todo en ecológico, incluidos los árboles.

El proceso que aplican en el banco de semillas berciano es sencillo. Les llega una entrada de un producto de variedad local. Ven la planta, recogen la semilla, la cultivan, la caracterizan con unas tablas y las rotan en el cultivo hortícola. Y eso porque, si no es así, se hibridan.

Una vez que tienen esas semillas específicas, cuando alguien las quiere el centro firma un contrato con esa persona y ésta se compromete a producción en ecológico, a visitar su parcela y a que reintegre al banco de semillas, al menos, el doble de la cantidad que les suministraron. Y por su puesto, a que mantenga esas semillas, dado que el centro no le dará más.

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