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El paúl de la mente maravillosa

Un maestro pionero inventó hace un siglo en Villafranca una máquina de escribir y un reloj que funcionaban por voz

El paúl Mariano Díez Tobar fue maestro en Villafranca e inventor. Adelantado a su tiempo, diseñó desde un reloj al que se le da cuerda con voz, hasta un prototipo de cinematógrafo que puede ser el germen del de los Lumière

Mariano Díez Tobar (a la derecha) junto a otro padre paúl, Manuel Santín, detrás de alguno de sus inventos. DL

Publicado por
León

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maría carro | ponferrada

La historia del colegio de los padres Paúles de Villafranca del Bierzo está irremediablemente ligada a la figura del padre Mariano Díez Tobar. Un monje burgalés que en el año 1900 llegó al centro villafranquino y, salvo un breve período de tiempo, en él permaneció hasta 1921. Dos décadas que dieron para mucho, en las que el colegio superó grandes dificultades y desarrolló un gabinete de Historia Natural y un laboratorio de Física que no hubieran sido tal sin la intervención directa de este paúl de mente maravillosa. Díez Tobar era un adelantado a su tiempo, un erudito, amante de la ciencia y las matemáticas, inventor de aparatos impensables en los tiempos que le tocó vivir.

Una máquina capaz de transcribir la energía de la voz, un cinematógrafo que pudiera ser el germen del proyecto definitivo que catapultó a la fama a los hermanos Lumière, un aparato de conservación del vino o un reloj de pared al que se le daba cuerda con la voz fueron algunas de sus invenciones, muchas de las cuales únicamente quedaron plasmadas en papel. Su pretensión era didáctica, no buscaba enriquecerse y, por eso, en sus conferencias —tal y como refleja una nota publicada en El Mundo Científico a finales de 1880— «autorizaba con absoluto desinterés a cualquiera de los asistentes para que llevaran a la práctica las ideas o conceptos».

Algunas fuentes apuntan a que fue precisamente esto lo que pudo suceder con el aparato por el que las imágenes aparecían en vivo y como si fueran realidad. Un invento sobre el que conversó en Bilbao con el representante de los Lumière. Si de este contacto surgió el cinematógrafo que está en la base de la historia del cine, pocos testimonios más hay, salvo que el padre Díez Tobar fue un invitado de excepción en la primera sesión de cine que se dio en España, convidado por los propios Lumière.

Ésta y otras muchas más historias sobre la vida y la obra del que fuera segundo rector del Colegio de Villafranca del Bierzo son accesibles en el Museo de los Paúles de la misma localidad. Desde que en el año 2010 la Asociación Cultural BurVal se hiciera cargo del complejo museístico de ciencias naturales —una vez que la congregación lo cedió al Ayuntamiento y con el inestimable impulso de la bióloga y catedrática Josefina Garrido— la figura de Díez de Tobar ha cobrado gran protagonismo y varias fotografías suyas, fechadas en 1905 y 1911, presiden la exposición desde las alturas.

Fue el descubrimiento de un diario escrito por otro padre paúl, A. Alonso, el que movió al colectivo encargado de la gestión del museo a investigar sobre la figura del paúl inventor, que también ideó un iconoscopio para poder ver a larga distancia, un reloj sin cuerdas pero con esfera que marca las horas y los minutos con un movimiento continuo, y una especie de trabuco que se descargaba a las doce en punto del mediodía por efecto del sol. Entre sus invenciones figura también una máquina capaz de sacar armonías de los sonidos y hacer música.

De todos ellos no conserva el Museo de los Paúles ninguna documentación más que el citado diario personal que dedica un capítulo a Mariano Díez Tobar y da cuenta, una por una, de casi todas las invenciones; explicando incluso los pasos para su construcción. Ello ejemplifica también que el paúl de la mente maravillosa desgranaba cada aparato para que otros pudieran llevarlo a la práctica. Fue el caso del aparato de conservación del vino, utilizado en Villafranca para evitar que la cuba quedara sin vino cuando estaba desocupada.

«Lo único que sabemos es lo que recoge el diario del padre A. Alonso. No tenemos más material que la copia de ese ejemplar. Además, la documentación de alguno de sus inventos fue destruida en un incendio», explica la encargada de atender el Museo de Ciencias Naturales de los Paúles, Esther González, que también da cuenta de que el especial interés de Díez Tobar por las ciencias físicas y las matemáticas le ocasionó problemas con la Inquisición, acusado de leer ‘libros condenados’.

El papel de Mariano Díez Tobar en materia educativa no quedó circunscrito a la actividad docente y del gabinete de Física en el que concretó algunos de sus inventos. Las conferencias que impartía fueron un medio de comunicación directo con el público, pero también su participación en diversas publicaciones, como la revista La Juventud Berciana, editada en Villafranca del Bierzo el tiempo que el fue director del colegio. El primer número fue publicado en 1910 y durante años le sirvió al paúl para exponer sus pensamientos, principalmente filosóficos.

Pese a lo que Mariano Díez Tobar supuso para el colegio de los padres Paúles de Villafranca y para la sociedad y la cultura berciana en general, su figura no ha transcendido con el reconocimiento que merece en la comarca. Sólo la labor que desde hace unos años realiza el Museo de Ciencias Naturales ligado a esta congregación religiosa ha permitido redescubrir la obra de este hombre de ciencias al que —según destacó Esther González, reproduciendo informaciones consultadas en diversas fuentes— la fábrica de máquinas de escribir Olivetti (fundada en 1908) se habría manifestado dispuesta a patentar la ‘autofonográfica’ capaz de transcribir los sonidos tan sólo con dos elementos: uno para diferenciar los sonidos emitidos por la voz y otro para escribirlos conforme a esa diferenciación.

Seguir profundizando en la historia, la vida y la obra del padre Díez Tobar, que falleció en Madrid a los 58 años, es uno de los objetivos del Museo de Ciencias Naturales y Etnográfico de los padres Paúles, aunque para ello será necesario poder acceder a líneas de ayuda con las que desarrollar diferentes estudios. Localizar documentos sobre algunos de sus inventos —los primeros bocetos los realizó en Murguía (Álava)— permitiría conocer mejor su figura y multiplicar el conocimiento que se transmite a los visitantes.

De momento, lo que hay en Villafranca son tres fotografías en blanco y negro que se han ampliado para sacar su nombre del ostracismo en el que estuvo inmerso durante años.

La responsable del museo sostiene dos fotos de Mariano Díez Tobar durante su estancia en Villafranca. L. DE LA MATA

Mariano Díez Tobar en una fotografía tomada en el gabinete de Historia Natural que él mismo potenció de manera importante. L. DE LA MATA