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Amancio Prada reivindica el teatro al estrenar la «acera o paseo de las artes»

Las huellas de sus manos, reproducidas en cemento, presiden el acceso al Bergidum.

Prada, en el momento de dejar sus huellas plasmadas en el ‘paseo de las artes’. L. DE LA MATA

Publicado por
León

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j. c. f. | Ponferrada

«Aunque el tango dice que no son nada. Estos veinte años son algo» apuntaba ayer el cantautor berciano Amancio Prada al volver la vista atrás —concretamente dos décadas atras— para recordar su actuación sobre las tablas de recuperado Teatro Bergidum y hacer balance de la vida cultural ganada por Ponferrada desde su reapertura.

Si el intérprete de Dehesas era el elegido para levantar el telón del Bergidum hace 20 años, ayer también fue el encargado de estrenar, dejando marcadas sus huellas en la baldosa de cemento fresco, el paseo de la fama de Ponferrada. «Acera o paseo de las artes», como la denominó el propio Prada, quien reivindicó a los artistas que han desfilado por el teatro ponferradino desde su actuación en el 96. «Sé que este gesto que han tenido conmigo es un gesto de cariño al haber sido el primero que cantó hace 20 años, pero creo que tendría que ser ya muy ancha esta acera y también muy larga para poder acoger a todos los músicos, poetas, (...) y todos los que nos dedicamos al arte para acoger todos los nombres que ya han pasado a lo largo de estos 20 años. Y los que pasarán. Porque el arte es largo como decía Antonio Machado».

Tras recordar la importancia del Bergidum en su trayectoria profesional, — «aquí escuché mi primer concierto de música clásica de la mano de Odón Alonso»—, Amancio Prada reivindicó el papel importante que juegan el arte y la cultura en la sociedad. Para ello no dudó, primero, en reclamar la implicación de la «sociedad ponferradina y las empresas en el mundo de la cultura», y recordar a Lorca, después, para reafirmarse en su reclamación. «El teatro es uno de los instrumentos más expresivos y útiles para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un pueblo que no apoya su teatro, si no está muerto, está moribundo».

Precisamente estas palabras del cantautor berciano fueron corroboradas por la regidora de Ponferrada, Gloria Fernández Merayo, quien reconoció que «un pueblo que da la espalda a las artes y a la cultura, acaba renunciando a su esencia y a su forma de ser», por lo que se propuso el reto de «implicar a los vecinos, empresarios e instituciones con las artes, hay que convercerlos de que la cultura, además, es fuente de actividad económica. Hay que dejar de mirar a las artes como la hermana pobre que sólo nos da gastos. Todo lo contrario, nos enriquece muchísimo y es fuente d actividad económica».

La intención manifestada por la primera edil ponferradina es que la ‘acera de las artes’ se continúe llenando con las huellas que dejen los artistas que actúen en Ponferrada. Además, desde el consistorio se intentará recuperar y dar el protagonismo que merecen a aquellos artistas que en estos 20 años han dejado su impronta en el Bergidum, reconociéndoselo con una ‘estrella’ en el paseo de la fama de la capital berciana. «Esperamos que esta acera larga se acabe llenando de todos los artistas, músicos poetas , dramaturgos, que pasen por esta ciudad y que el paseo se llene porque dirá que la vida cultural es muy rica y eso es bueno para Ponferrada», reconoció la alcaldesa.

Gloria Fernández Merayo quiso recordar en el día en el que arrancaban los actos de celebración del vigésimo aniversario del Bergidum a todos los regidores que han jugado un importante papel de cara a la consolidación del teatro como escenario cultural de primera magnitud. En este sentido, la regidora ponferradina quiso rendir su homenaje a todos sus predecesores «porque entre todos ellos, cada uno con su visión de las cosas, han contribuido a que este teatro sea lo que es. A Celso López Gavela que fue el primero que puso la idea y comenzó a darle forma, a Ismael Alvarez por conseguir materializar esa idea, a Carlos (López Riesco) que ayudó a la consolidación del teatro con la programación y a Samuel Folgueral por mimar el teatro en los dos años que estuvo. Por ello mi agradecimiento».

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