El biocombustible de segunda generación y los biofertilizantes

Bautizado como ‘BIOCARe CO2’ detrás de esta denominación se esconde un proyecto que pretende convertir la biomasa residual en un agente de una economía circular en la comarca del Bierzo (con origen y destino en el agro berciano).

Así, el proyecto explicado por el científico de la Ciuden Miguel Crespo contempla la aplicación de un proceso transformador de la biomasa conocido como ‘carbonización hidrotermal’ por el que en un reactor se generan tres sub (o super, según se mire) productos. Uno de ellos sería biocarbón (en ese reactor, a grosso modo lo que se reproduciría es la acción de la naturaleza durante millones de años a la hora de transformar los helechos en mineral, en carbón).

Pero a la vez que se consigue este biocarbón, el proceso genera otros dos productos que pueden ser destinados a su empleo en el campo: los enmendantes de suelo y el agua fértil (en ambos casos, biofertilizantes para corregir las deficiencias de los suelos pobres en determinados elementos químicos).

A modo de ejemplo, Crespo se refirió al proyecto de la planta de biomasa que se prevé se pueda instalar en el polígono del Bayo. Esta funcionaría con astillas, algo que, a su entender ya se ha quedado obsoleto. Según explicó la astilla incluye un 30% de agua en su composición, frente al 5% de este biocarbón. Además el poder calorífico de las astillas se sitúa en torno a los 12 gigajulios frente a los 23 de este producto que se podría producir en las instalaciones de la Ciuden.

Crespo apuntó que esta técnica para nada es ‘futurista’ señalando que en la misma ya se llevan años investigando en la zona de Valencia. En este sentido señaló que la iniciativa privada ya tiene previsto realizar una instalación con estas características en el Levante «y otra en el noroeste de España, concretamente en Monforte de Lemos, donde prevén emplear 80.000 toneladas en el segundo año de funcionamiento».

En el caso del proyecto de la Ciuden, se prevé que podría arrancar con una inversión de cinco millones de euros para construir el módulo necesario, y que operaría con unas 6.000 toneladas al año. Según el plan de negocio presentado, el retorno de la inversión se produciría en el séptimo año de funcionamiento. En cuanto a las vías de financiación, desde el comité apuntan a que el 50% salgan de fondos de la Ciuden o el resto a través de programas como el Plan de Desarrollo rural, los grupos operativos supraautonómicos del Magrama o el Programa Life.