Puente recupera un valioso retablo sacro del siglo XVII
La ayuda parroquial y del Instituto Leonés de Cultura permitió la restauración.
M. Félix | Ponferrada
Puente de Domingo Flórez ha acabado la restauración de su valioso retablo mayorque preside la conocida como iglesia vieja del pueblo. Cuenta José Luis Casanova, el responsable de los trabajos de restauración que el patrimonio de Puente Domingo Flórez «ha recuperado uno de sus elementos más descollantes por su calidad artística».
Esta obra de arte sacro fue entallada y construida siguiendo las trazas que incorpora las tendencias romanistas de la época. Data de principios del siglo XVII y todavía no existe en él transición hacia el nuevo estilo barroco que se desarrollaría a lo largo del siglo XVIII. «No tenemos datos del autor o autores por la falta de documentación, pero los libros de obra nos indican que en 1800 se mandó limpiar o pintar», explica Casanova.
El armazón consta de dos cuerpos apoyados en una predela o banco, con tres calles, definidos por columnas estriadas en oblicuo. El conjunto mide 4,60 metros de ancho por 5 de alto y se plantea dentro del sistema arquitectónico común a los retablos de la segunda mitad del siglo XVII-XVIII.
La conservación–restauración del retablo se materializó tras seis meses de minucioso trabajo y fue promovida por la parroquia de Puente Domingo Flórez y que, además, aportaron el 70%, junto con el Instituto Leones de Cultura de la Diputación de León que puso el 30% restante.
Las tareas corrieron a cargo de un equipo multidisciplinar coordinado por la empresa Casanova-Restauración y Conservación de Bienes Culturales.
El trabajo se ha desarrollado conforme al protocolo sobre bienes muebles que se tiene determinado para este tipo de actuaciones, conforme a criterios y métodos crítico-operativos legalmente establecidos a nivel internacional, en donde priman el respeto hacia los valores estéticos y documentales del bien.
La intervención se circunscribe sólo a las patologías presentes y que tanto los tratamientos como los materiales empleados para ello cumplen la condición de reversibilidad.
El desarrollo de la actividad restauradora ha contemplado la aplicación de las metodologías más adecuadas, tanto en la fase previa de conocimiento del monumento en sus distintos valores (no sólo para el culto, sino también como elemento semántico, en tanto que constituye para la población local, un legado de sus antepasados, vinculado emocionalmente a los principales ritos de paso en su vida), como en lo relativo a sus patologías. En este sentido, fue esencial el control de las técnicas tradicionales empleadas.