Diario de León

SUCESOS ■ A LA FUGA TAMBIÉN EN PONFERRADA

Investigan otro 'simpa' de 7.000 euros de una boda de 140 invitados en Ponferrada tras 13 horas de fiesta

Los comensales de un enlace en ‘El Rincón de Pepín’ se fueron sin que nadie pagara tras 13 horas.

George Ibrasu, encargado de ‘El Rincón de Pepín’, ayer a las puertas del restaurante de Ponferrada. L. DE LA MATA

George Ibrasu, encargado de ‘El Rincón de Pepín’, ayer a las puertas del restaurante de Ponferrada. L. DE LA MATA

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León

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C. F. C. | PONFERRADA

Eran las seis de la mañana. Los músicos habían dejado de tocar. Buena parte de los 140 invitados a la boda llevaban 13 horas de celebración en la carpa del restaurante El Rincón de Pepín de Ponferrada —la fiesta había comenzado a las cinco de la tarde con un brindis con cava—cuando le pidieron dos cafés al encargado. Lo que sucedió a continuación—desbandada generalizada aprovechando que el empleado y el dueño del negocio se encontraban en el edificio anexo a la carpa de la boda— es algo muy parecido a lo ocurrido el pasado lunes en otro restaurante de Bembibre, cuando 120 invitados a un bautizo salieron huyendo a la carrera y sin que nadie pagara la factura pendiente cuando servían los postres. «Salí a preparar los dos cafés, a treinta metros del comedor. El jefe también estaba en el lavaplatos y nos debieron vigilar, porque cuando volví, se habían fugado todos en un visto y no visto», relataba ayer George Ibrasu, indignado al ver que el mismo modus operandi se ha repetido dos semanas después en Bembibre.

La espantada en el Rincón de Pepín, cuyo dueño presentó una denuncia en la Comisaría de la Policía Nacional por la mañana, se produjo en la madrugada del viernes 17 de febrero y como en el caso de Bembibre se trató de una celebración de un grupo de rumanos de etnia gitana. «Yo también soy rumano, pero cuando se dieron cuenta de que hablaba el idioma comenzaron a hablar en su dialecto y dejé de entenderles», aseguraba ayer Ibrasu.

El padre del novio, que llegó en un Audi A-6, fue quién firmó el contrato, mostrando un documento de identidad rumano —cuenta el encargado del negocio— y pagó mil euros como señal. Lo que habría dejado a deber estaría en torno a los 7.000 euros, porque la boda que contrató en el Rincón de Pepín, con una carpa permanente y jardines en torno a un edificio principal, salía a un precio de 50 euros por persona.

Y entre plato y plato, una banda de una docena de músicos interpretó música tradicional en una fiesta donde muchos invitados llegaron en coches de alta gama y que se prolongó casi hasta el alba. «Nos engañaron», resumía ayer el encargado.

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