Las pruebas de balística en la ropa han retrasado el proceso

El caso de esta muerte trágica en San Juan de Paluezas no tendría mayor recorrido judicial en el tiempo si no fuera por las pruebas necesarias por las que estaba también esperando la Fiscalía. De hecho, el sexagenario Darío S.G., nada más disparar contra su sobrino y dejarlo tendido en un charco de sangre en un soto de castaños situado junto al cementerio del pueblo, se subió a su coche y lo condujo directamente hasta el cuartel de la Guardia Civil de Ponferrada.

Aquí confesó el crimen y también entregó a los agentes el arma de fuego y la munición empleada. Todo se precipitó a eso de las diez de la noche del citado 9 de octubre de 2015 y a las 23.30 horas de ese mismo día se recibía en el servicio de emergencias del 112 de Castilla y León la llamada de auxilio de un posible herido por un disparo en un camino del término municipal de Borrenes, en San Juan de Paluezas. Esto desencadenó un dispositivo de emergencias, personándose allí médicos del Sacyl, que se limitaron a confirmar la existencia ya de un cadáver. También estaba la Guardia Civil, la Policía Nacional y hasta la Local de Ponferrada.

Las pruebas de balística pretenden determinar si el disparo fue a quemarropa o no, con intencionalidad clara de asesinato u homicidio. Entre las hipótesis de la causa de lo sucedido se baraja que el sobrino recriminó a su tío que les robase las castañas.