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Sumidos en un infierno de humo

El incendio forestal de Silván, con una estela negra de 10 kilómetros, calcina la vieja escuela y destroza casas y pajares Ponferrada, el Bierzo y el resto de la provincia amanecen y oscurecen sin ver el sol por la gran y tupida nube de ceniza.

Rafel Valle, de 68 años, camina por la zona calcinada de Silván, en donde ardió la escuela (siguiente imagen). LUIS DE LA MATA

Publicado por
León

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MANUEL FÉLIX | pONFERRADA

En el Bierzo no amaneció ayer. Tampoco en buena parte del resto de la provincia. No hubo día. El sol no pudo con la gran boina de humo grisáceo y con sabor a rastrojos de eucaliptos, encinos, robles y matorrales, que apretujaba contra el suelo las cenizas de multitud de incendios forestales, que carcomen Galicia y las cuatro esquinas de la comarca.

Nunca se vio nada igual durante tanto tiempo. A las nueve de la mañana, a las tres de la tarde y a las seis, parecían todas la misma hora: la del oscurecer Ponferrada fue una ciudad, por momentos fantasma, cubierta por una neblina fina de humo que picaba en los ojos y rascaba en la garganta. Sus coches, sucios como en los históricos peores tiempos de la desaparecida montaña de carbón.

A primera hora, saltaban las alarmas y comenzaba a arder en la falda del monte Pajariel, sofocado a los mocos minutos, pero seguido de un reguero de focos a los que, presuntamente, prendió por Flores del Sil, La Placa y hasta cerca de la terminal de camiones un pirómano subido en una bicicleta y al que le dio el alto la Policía Local.

En Portela (Sobrado), también ardía a esas horas. Lo mismo que en Fuente de Oliva (Balboa), montes de Páramo y Matalavilla (Palacios del Sil), donde ya cumple días. Pero lo peor estaba en el pueblo de Silván (Benuza).

En Silván pasaron toda la noche en vela. Ardió la vieja escuela. El virulento incendio, con vientos muy cambiantes, arrasó casas viejas y numerosos pajares. Un desastre negro. Rafael Valle, jubilado de la industria por tierras catalanas y madrileñas, ahora vocal de la Junta Vecinal de Silván, era explícito: «Pasamos miedo. En la vida vi nada igual, aguantamos toda la noche y así evitamos una catástrofe».

El que vio el fuego más cerca de su casa fue Sebastián Gómez: «Esto es una barbaridad y una vergüenza», resume. Otro vecino se vio obligado a desalojar sus más de 50 cabras. Corzos, ciervos y jabalíes salieron despavoridos del monte.

Víctor San Miguel vive en Ponferrada, pero cogió el coche para ver a sus suegros en Silván: «El domingo colgué foto en Facebook de lo bonito que estaba el pueblo; hoy es una ruina negra», lamentaba. El alcalde, Agapito Encina, decía que fue provocado, en el vial hacia La Baña.

El alcalde con sus brigadas, cerca de la ermita de Santa Elena. DE LA MATA.

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