Diario de León

Crecer sin perder el apego a la tierra de origen

Los productores defienden las raíces, el cultivo ecológico y la vinculación al territorio.

José Luis Prada, Raúl Pérez, Ignacio Argiles y Santiago Miguel. L. DE LA MATA

José Luis Prada, Raúl Pérez, Ignacio Argiles y Santiago Miguel. L. DE LA MATA

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m. c. | ponferrada

El enólogo berciano Raúl Pérez y el empresario José Luis Prada fueron el alma máter de la primera mesa de debate que se celebró ayer en el marco del programa de presentación de Bierzo Hub. Un foro moderado por el embajador del Bierzo por excelencia, Luis del Olmo, en el que también participaron los responsables de las empresas Nufri, Ignacio Argiles, y Hermi, Santiago Miguel. Ambos expusieron sus experiencias y pusieron de relieve la «íntima relación» de estas con la tierra en la que están asentadas. No en vano, el tema de la mesa redonda fue ‘La tierra. El origen. El terruño como valor de futuro».

Un arraigo, un apego y una lucha por el desarrollo de lo de casa de los que sabe mucho el creador de la marca Prada A Tope. José Luis Prada arrancó en más de una ocasión los aplausos de los asistentes con su particular desparpajo y, una vez más, sin pelos en la lengua. «Lo que necesitamos es gente que trabaje y aporte valor añadido. Estoy hasta las narices de empresas que vienen, ganan dinero y se van», dijo el propietario del Palacio de Canedo, apostando por que «todo cuanto hagamos muestre diferenciación, originalidad y vinculación con su territorio». «Lo que hace falta es creer en tu proyecto, creer en tu región», señaló. Para Prada, el futuro del Bierzo «no pasa por las grandes empresas», sino por aquellas del Bierzo que apuestan por el Bierzo.

Un cariño por la tierra que también manifestó Raúl Pérez. Éste apuesta por mantener sin fisuras las cepas viejas que son la seña de identidad del vino del Bierzo, frente al «genocidio» que se ha cometido en otros lugares. Invita a recuperar el trabajo de antaño, el esmero con el que antes se cuidaban las viñas como valor añadido. «Tenemos que buscar la forma de que la gente vuelva a trabajar el vino» y hacerlo al margen de herbicidas. «El viñedo necesita respirar un poco más. Hay que buscar otras soluciones para conseguir los mismos objetivos», defendió el enólogo.

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