Montes reabrirá su puerta románica en 2019

carlos fidalgo | ponferrada

Sucedió en los años en los que Erik el Belga y otros ladrones de arte con menos nombre eran el terror de las iglesias leonesas. Y el templo del Monasterio de San Pedro de Montes, lo único que por entonces permanecía en pie de todo el cenobio, también sufrió la visita de un grupo de expoliadores. Fue la noche del 18 al 19 de noviembre de 1982. Los siete vecinos que vivían en el pueblo oyeron el motor de un automóvil, pero no sospecharon, encerrados en sus casas. Hasta que un día después —lo contaba el corresponsal de Diario de León en Ponferrada, Martínez Carrión— el sacerdote que oficiaba las misas descubría que alguien había entrado por la ventana de la puerta románica de la iglesia y se había llevado una talla rococó de San Genadio, de un metro de altura y pintada en color dorado, una cruz procesional de plata, un cáliz del mismo metal, otro dorado, una caja portaviáticos, dos navetas de incienso con cucharillas de metal, cuatro columnetas barrocas de madera, seis ángeles con las alas plegadas y diez candelabros de metal.

El botín era importante, pero los ladrones «eran unos aficionados» y «se dejaron lo mejor, lo más valioso», escribía Martínez Carrión en un largo reportaje en el que alertaba de que las obras de arte que todavía contenía la iglesia de San Pedro de Montes —una corona de plata, una tabla flamenca, una custodia del siglo XVII, «partes de una magnífico retablo barroco» y pinturas igual de magníficas que se guardaban en el coro y que poca gente había visto— estaban «al alcance de cualquiera» por falta de medidas de seguridad.

Conocidos los tesoros que aún escondía el cenobio, aquel robo terminó con la puerta románica de la iglesia, la más antigua del monasterio, tapiada por completo para evitar nuevas tentaciones. Cuatro décadas después, los actos conmemorativos del 1.100º aniversario de la consagración del templo el 24 de octubre de 919 por los obispos de Astorga, Braga, León y Salamanca, servirá para reabrir el año que viene la misma puerta que atravesaron aquel día San Genadio, Sabario, Fruminio y Dulcidio.

Al menos esa es la intención de la parroquia de La Encina, a la que corresponde la iglesia de Montes y cuyo sacerdote, Antolín de Cela, aprovechaba la visita del director general de Patrimonio a las excavaciones arqueológicas que estos días tienen levantado el suelo del edificio en tres puntos para solicitar el pasado miércoles ayuda a la Junta de Castilla y León.

De Cela pretende retirar todas la piedras que cierran el arco de medio punto, instalar «una puerta de seguridad» en condiciones y de paso limpiar y adecentar el interior de la iglesia. Todo para que los cuatro obispos actuales de las diócesis que lo hicieron en 919 crucen bajo el mismo arco en los actos conmemorativos de la consagración el próximo 24 de octubre de 2019. El responsable de Patrimonio, Enrique Saiz, mostró la disposición de la Junta a colaborar con la efeméride, al igual que el Consejo del Bierzo.

De la consagración del templo deja constancia la lápida que unos años después recogía los nombres de los cuatro obispos, también citados en la base del cuadro que el pintor ovetense Reiter realizó entre 1781 y 1785 sobre aquel capítulo de la historia religiosa del Bierzo.

El texto de la lápida, según la transcripción y la traducción del historiador berciano Vicente Fernández, que colabora con el proyecto que investiga los orígenes de la Tebaida, es uno de los testimonios más valiosos sobre el monacato medieval en la comarca: El bienaventurado Fructuoso, insigne en méritos, después de fundar el cenobio Complutense, también hizo un oratorio pequeño en este sitio, con nombre de San Pedro. Después de ello, el no inferior en méritos y santo Valerio amplió el edificio de esta iglesia. Modernamente, Genadio, presbítero, con doce frades, lo restauró en el año 895. Una vez hecho obispo, erigiólo de nuevo desde sus cimientos admirablemente, como se echa de ver, no mediante opresión del pueblo, sino con grande costa y sudor de los frades de este monasterio. Fue consagrado este templo por cuatro obispos, Genadio, astoricense; Sabarico, durmiense; Fruminio, legionense, y Dulcidio, salamanticense, en 24 de octubre de 919.

El que era párroco de San Pedro de Montes en 1932, Benjamín Martínez, ya había realizado otra traducción donde dejaba constancia de los números originales de la lápida; el año 957 que figura en la piedra es el actual 919 con los cambios de calendario. Y el 24 de octubre de hoy eran las «novenas calendas de noviembre» de la lápida, en la traducción de Martínez que se puede leer en el ensayo sobre Montes y Peñalba que Adelino Álvarez y Salomé de Paz escribieron en 2004, facilitada a este periódico por la guardesa del monasterio, Pilar Hermoso.