Diario de León

«Vives en una montaña rusa de emociones»

Vivía en Ponferrada y trabajaba en Lugo. El ritmo de vida y el estrés de esta mujer le impedían ser mamá pese a ser joven y, tras bajar el ritmo, a los 29 años se sometió a una inseminación artificial y en el tercer intento (la Seguridad Social permite cuatro) logró su objetivo..

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León

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Además de a Valladolid, las pacientes bercianas pueden ser derivadas al Hospital de León, aquí para una inseminación artificial (se coloca una muestra de semen, previamente preparada en el laboratorio, en el interior del útero de la mujer). Este es el caso de otra mujer que, viviendo en Ponferrada, realizó todo el proceso para ser madre por primera vez en León. Fue en 2014 cuando inició el tratamiento y tenía 29 años. Como en el caso anterior, la edad no fue el hecho determinante, pero sí el estilo de vida que llevaba en aquel momento. Ella trabaja en Lugo, a una hora en coche de Ponferrada, de donde salía y a donde volvía diariamente.

«En mi caso, era muy joven, pero llevaba tiempo intentando ser madre. Las pruebas indicaban que estaba sana y mi marido también, pero el estrés al que estábamos sometidos era importante. Tuve que dejar de trabajar en Lugo y él reajustar lo que pudo el ritmo de trabajo. Hoy en día, la sociedad en la que vivimos nos somete a un ritmo que, tarde o temprano, nos pasa factura», asegura.

En su caso, fueron necesarios tres de los cuatro intentos que ofrece la Seguridad Social para una inseminación artificial. A la tercera fue la vencida, no sin pasar por momento muy duros. «Tenemos que tener en cuenta la carga fruta de hormonas a las que nos sometemos. Para mí era una montaña rusa. Te levantabas contenta y al minuto estabas llorando por cualquier cosa. No tengo un recuerdo bonito», dice sin tapujos. Lo peor de todo el proceso —explica— es la «sensación de impotencia» y la espera.

«Entrar en esa sala de espera y ver a todas aquellas mujeres con un semblante tan triste y alegre a la vez era demoledor», afirma, recordando el «ambiente injusto» que se respiraba en la sala de espera. Algo que —dice— «me asfixiaba». «A la izquierda estábamos las de fertilidad y, al otro lado, las que estaban embarazadas y acudían a ver cómo evolucionaba su embarazo», explica, lamentando que no exista ningún tipo de apoyo u orientación psicológica para aquellas mujeres que se deciden a iniciar este duro proceso en la Seguridad Social.

Pese a todo, coger en brazos a su bebé compensó el sufrimiento emocional. «Quieras o no vives todo esto voluntariamente, con la esperanza y el miedo, a la vez, de que llegue el día de ver a tu bebé», asegura quien hoy día es ya madre de dos niñas.

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