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El Lambrión ya es una marca

La Real Hermandad de Jesús Nazareno registra el nombre de ‘Lambrión Chupacandiles’ para proteger a la figura singular de la Semana Santa de Ponferrada.

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Publicado por
León

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c. fidalgo | ponferrada

Dice la tradición que la tarde del sábado anterior al Viernes de Dolores, uno de los cofrades de la Real Hermandad de Jesús Nazareno debe vestirse de luto riguroso con una túnica sin cola, cubrirse la cabeza con un pucho en punta, y con guantes en las manos y una soga de esparto a la cintura, recorrer la ciudad de Ponferrada agitando una campana para anunciar el comienzo de la Semana Santa. Es la figura del Lambrión Chupacandiles, y detrás de un nombre tan singular se esconde el apodo con el que los vecinos se referían al curioso nazareno, al que invitaban a probar el vino nuevo en sus bodegas. Y tanto le gustaban los primeros tragos de la cosecha que se decía que el heraldo de la Pascua podía beberse «hasta el aceite de los candiles», según recordaba ayer el mayordomo de la Hermandad, Marco Morala.

La anécdota, que también recogen las periodistas Ana F. Barredo y Nuria González en su reciente libro de fotografías y textos sobre la Semana Santa de Ponferrada, Tras los pasos del Lambrión , ha convertido al Chupacandiles en un personaje único de las celebraciones religiosas y «un elemento clave», en palabras de Morala, para obtener la Declaración de Interés Turístico Nacional.

Y se está alargando tanto la sombra del Lambrión, durante décadas una figura que apenas despertaba atención, que la Real Hermandad de Jesús Nazareno ha considerado necesario protegerla de cualquier aventura que ponga en peligro su imagen y acaba de registrar el nombre en la Oficina Española de Patentes y Marcas. A partir de ahora, el Lambrión Chupacandiles también es una marca registrada, lo que confiere a la Real Hermandad de Jesús Nazareno, en cuyo seno se forjó, «el derecho exclusivo de utilizarla en el tráfico económico», según explica la cofradía en una nota de prensa.

¿Y eso qué significa? Que habrá que contar con la Real Hermandad de Jesús Nazareno si alguien quiere utilizar la nueva marca «en la edición y publicación de textos, libros y revistas; organización de concursos y premios; elaboración de bebidas alcohólicas» —imagínense un vino de cosecha con el nombre de Lambrión—, pero también «la elaboración, publicación y difusión de material publicitario y promocional», aclara la cofradía en su nota.

¿Y eso qué implica? Que los periodistas bercianos afincados en Madrid que cada año entregan el Premio Lambrión Chupacandiles a un personaje destacado de la comarca tendrán que llegar a un acuerdo con la Real Hermandad para seguir usando ese nombre. «No habrá problema», explicaba ayer Morala. «Lo que buscamos que no haya un uso del nombre que resulte excesivo o chorra ».

La marca registrada significa, asegura el mayordomo de la cofradía, que la Real Hermandad podría reclamar si, por ejemplo, el Lambrión Chupacandiles apareciera en el título de una novela sin contar con el titular de la marca. ¿Y el libro de fotografías de Barredo y González? «Se publicó con todas nuestras bendiciones», aclaraba ayer el mayordomo de la cofradía. ¿Se puede decir entonces que la Hermandad es dueña del nombre?, es la pregunta obligada. Y Morala responde que así es.

Cuatro siglos de historia

La primera referencia documental al Lambrión Chupacandiles es un acta del antiguo Cabildo fechada en 1770 «en la que se hace referencia a la campana que tañe a su paso para advertir a los hermanos que han de tener todo preparado para la Semana Santa», escribe Nuria González en Tras los pasos del Lambrión. Pero la figura del Chupacandiles es anterior, resalta Morala. «Quizá tanto como la propia cofradía», asegura. Y eso son más de cuatrocientos años.

El mayordomo de la Real Hermandad expresaba ayer su satisfacción por «haber conseguido no solo poner en valor, sino también dotar de la necesaria protección a un personaje único, herencia de nuestros antepasados y legado para generaciones venideras». Tanto que la Real Hermandad ya solicitó hace dos años una calle con el nombre de ‘Lambrión Chupacandiles’ al Ayuntamiento —ahora solo hay una placa de homenaje cerca del acceso al Castillo— y también propone ahora diseñar una estatua en su memoria.

El actual Lambrión lo encarna desde hace dos décadas Vicente Parra, cofrade que se ofreció a sustituir a su padre bajo el pucho. Vestido de luto, Parra inicia todos los años su recorrido en el el casco antiguo, seguido de un pelotón de niños que no dejan de gritarle, y después, con la escolta de un par de cofrades, tañe la campana en el resto de la ciudad. Ya no encuentra, eso sí, bodegas que le ofrezcan vino nuevo como antes.