Aislados al venirse abajo otra montaña

m. cachafeiro | palacios del sil

Ya no es sólo Peñalba. Literalmente, la montaña se vino abajo la tarde del domingo en Palacios del Sil, a la altura de la presa de Matalavilla, dejando incomunicados a los pueblos de Valseco y Salientes. Sólo los vecinos más avezados puede acceder desde entonces con sus todoterrenos a estas dos pequeñas localidades que este mes de julio tienen más habitantes que en todo el año por la llegada de turistas y familiares que residen fuera del municipio.

«En Valseco, son ahora unos 80 vecinos, y en Salientes, sobre 30», explicó ayer el alcalde de Palacios del Sil, Roberto Fernández. En total, más de un centenar de personas que tardarán semanas en recuperar la normalidad pese a que estén acostumbrados a pelear con las inclemencias meteorológicas, sobre todo en invierno con la nieve y el frío, pero no ante el derrumbe de una montaña.

A las fuertes lluvias que cayeron desde las cuatro de la tarde del domingo se sumaron los efectos de los incendios de la anterior campaña, que han dejado la montaña afectada sin apenas vegetación, y que ayudaron a que la ladera más próxima a la carretera se derrumbara a lo largo de los tres kilómetros que discurren en paralelo al pantano. «El que lo quemó ya sabía lo que iba a pasar», se lamentaba ayer uno de los vecinos que intentaba sortear el entramado de curvas y montículos realizado por una retroexcavadora en las últimas horas para, al menos, dejar un paso a posibles eventualidades y emergencias.

«Hay que verlo para comprobar lo que ha pasado», se lamentaba ayer el vicepresidente de la Diputación y alcalde del municipio vecino de Páramo del Sil, Ángel Calvo, después de visitar in situ lo ocurrido, y de lamentar que el fuego y la pérdida de masa forestal es otra de las causas de que la montaña se viniera abajo. Calvo, que acompañó a varios técnicos e ingenieros de la institución —la carretera es propiedad de la Diputación— esperará a los primeros estudios para analizar la situación, aunque avanzó que el coste de la recuperación del talud será «costosa».

«De momento, no ha pasado nada urgente, y esperemos que siga así», añadía ayer Roberto Fernández, edil de este municipio a caballo entre el Bierzo y Laciana. Sólo en las primeras horas se evacuó a algunos vecinos que abandonaron andando la localidad de Valseco, y a los que esperaban familiares en Matalavilla y Palacios, al otro lado del derrumbe, para irse con ellos unos días.

Las consecuencias de la riada también se podían ver ayer en forma de socavones de más de cinco metros de diámetro a pie de carretera, que en algunos tramos ha desaparecido literalmente con el consiguiente peligro para el paso de vehículos, aunque sean todoterrenos, incluidos los quitamiedos de la calzada, también arrollados por la tierra y las piedras.

La tormenta del domingo no ha sido la única en los últimos días. El operario que limpió la carretera el domingo a última hora para abrir un primer paso provisional se encontraba esa tarde mitigando los efectos de las lluvias de jornadas anteriores. A los trabajos se sumaron ayer personal y maquinaria de la Diputación. En total, son más de una docena los derrumbes sobre la carretera entre Matalavilla y estos dos pueblos.

Esta zona del pantano no fue la única afectada por la tormenta. Aunque en menor medida, los despredimientos también afectaron al tramo desde la presa hasta el vecino municipio de Páramo del Sil. De hecho, la carretera desde la localidad minera estuvo cortada toda la mañana ayer para que una máquina retroexcavadora realizase trabajos de desescombro y limpieza de la calzada.

En este tramo se puede circular con precaución.