Diario de León

conmemoración

El ‘falador’ vuelve del cajón del olvido

El centenario del nacimiento del escritor Ramón González-Alegre servirá para publicar sus cartas y la novela inédita ‘La cabeza’.

‘El Ágape de Dios’ publicado en 1964 es la obra cumbre del poeta villafranquino asentado en Vigo, un lugar donde acabó aislado por las camarillas que formaban los autores galleguistas.  En la imagen, portada del libro ilustrada con la fotograf

‘El Ágape de Dios’ publicado en 1964 es la obra cumbre del poeta villafranquino asentado en Vigo, un lugar donde acabó aislado por las camarillas que formaban los autores galleguistas. En la imagen, portada del libro ilustrada con la fotograf

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d. Álvarez / DL | ponferrada

En el mes de septiembre se cumplirá medio siglo desde que la voz del poeta berciano Ramón González-Alegre se apagó, poco antes de cumplir los 49 años y tras «haber vivido los más amargos momentos que puede vivir un literato en un medio hostil», como él mismo dejó escrito pocas horas antes de que la tinta de su pluma se agotara. Condenado al ostracismo por su adscripción ideológica, el aniversario de su nacimiento, del que se cumplirá un siglo el 30 de noviembre de 2019, servirá para traer de relieve la figura de «un hombre con una personalidad poliédrica y provocadora que renunció a todo por la literatura», según recuerda el historiador Vicente Fernández, uno de los mayores conocedores de la obra del escritor nacido en Villafranca del Bierzo.

González-Alegre fue «uno de los grandes escritores del Bierzo» y se mantuvo en contacto con la poesía europea y hasta con la llegada de China, explica Fernández a la agencia Ical. Pese a su «inmensa querencia por las letras», su padre le obligó a seguir la tradición familiar de la abogacía, profesión que puso al servicio de varias compañías navieras en Vigo, donde se afincó tras pasar por La Coruña y Vilagarcía de Arousa (Pontevedra). «Podía haber vivido muy bien como un pequeño burgués, pero renunció a eso por la poesía y lo fue dejando poco a poco», explica el historiador, que recuerda que el poeta era conocido en Galicia como «un falador», tanto por su «impresionante cultura» como por su «personalidad desbordante» a la hora de afrontar la puesta en escena ante el público. En su obra, valores como la sencillez, la emotividad, la fantasía, la imaginación y el verbo fluido dibujan un paisaje y un paisanaje que se mueve a caballo entre sus dos vertientes, la gallega y la berciana, como en su libro Clamor de Tierra .

Además de la «poesía de contenido intimista relacionado con lo religioso, lo espiritual y la figura de Dios» con la que se dio a conocer y cuya obra cumbre llegaría en 1964 con El ágape de Dios , González-Alegre trabajó casi todos los géneros. En el mundo del periodismo, González-Alegre publicó en varias cabeceras de la prensa gallega y nacional, sobre todo en el diario ABC , y dirigió su propio espacio radiofónico diario sobre literatura. Aunque su mayor contribución en este aspecto fue la creación de la revista Alba,

«A él lo acusaron de antigalleguista, pero la primera poesía de denuncia social en gallego la escribió él», recalca Fernández, que añade que el berciano fue el primer editor de Xosé Luis Méndez Ferrín, uno de los actuales referentes de la literatura contemporánea gallega, y abogó por el retorno de los restos de Alfonso Castelao en pleno franquismo. «Lo que pasó es que animaba a la gente a escribir en castellano como manera de llegar a lo universal y eso le valió para que le dieran mucha caña», relata el historiador, que enfatiza que «Vigo llegó a ser una cárcel para él». Condenado al ostracismo, el poeta, que se definía como cristiano y de derechas, denunció el uso de la poesía como arma política, especialmente por los círculos literarios vinculados al comunismo. Y el destino también le castiga con varios proyectos caídos, como la adaptación al teatro de la novela de Camilo José Cela La familia de Pascual Duarte , cuyo estreno ya se había anunciado, fue suspendido a última hora, o el cierre de la colección de novela popular de Alfguara que le iba a publicar su novela La Cabeza . Pero lo que más le hizo sufrir fue el aislamiento que sufrió en Vigo», según confiesa en su correspondencia personal, en la que denuncia a las camarillas de escritores que lo mantienen aislado.

La lenta recuperación

Tras su muerte, la figura de González-Alegre recibió pequeños homenajes en Villafranca y Vilagarcía, El cajón del olvido en el que había caído González-Alegre se abrió en 1995, cuando la Xunta de Galicia le rindió el primer gran reconocimiento con la reedición en formato facsímil de los 16 números de la revista Alba. En 2013, le llegó el turno al IEB y a sus Jornadas de Autor y el pasado verano fue de nuevo la villa que lo vio nacer la que le dedicó su Fiesta de la Poesía, a la que acudieron dos de sus hijos y durante la que se descubrió una placa honorífica en su casa natal. Fernández quiere implicar a «instituciones que están en deuda con él» y promover su nombre como merecedor del premio de las Letras Galegas. El propio historiador pedirá el permiso de la familia para publicar el epistolario con la correspondencia personal del autor . En esa cartas, el berciano se muestra «con sinceridad plena» ante compañeros como Ramón de Garciasol o Ramón Carnicer, También hay otras misivas menos amistosas, como las que intercambia con Celso Emilio Ferreiro, unas cartas en verso que serían el equivalente en la época a las actuales «batallas de gallos del mundo del hip-hop.

Y también rescatará del olvido La Cabeza , la novela inédita del berciano, cuya publicación coincidirá con los actos del centenario.

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