Diario de León

Un viaje por la nostalgia en Ponferrada de la mano del cine y del Teatro Adriano

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G. F. / C. FIDALGO/ PONFERRADA
Ponferrada

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El cartel de  Casablanca con Bogart y Bergman ('Siempre nos quedará París' resonando en el aire), la última butaca del Teatro Adriano con su madera y terciopelo cuarteados por el tiempo, programas, documentos, planos y viejas fotografías en blanco y negro del viejo cine que seguro miles de bercianos y ponferradinos conservan en su memoria. Bajo el título el título de ‘Los papeles de Adriano’ la Casa de la Cultura exhibe este mes una muestra sobre la huella que dejó el empresario de espectáculos Adriano Morán en la memoria sentimental de Ponferrada. Un empresario que durante décadas fue propietario de la mayoría de los cines y teatros de la capital berciana en unos años en los que a Ponferrada  se la llamaba la Ciudad del Dólar porque su crecimiento se disparó con la minería del carbón, el hierro y el wolfram y el surgimiento de la empresa eléctrica Endesa.

Una ciudad a la que llegaban los principales estrenos teatrales y las últimas novedades de la cartelera de cine internacional, y con público suficiente, como muestra la nueva exposición que durante todo el mes de octubre puede visitarse en la Casa de la Cultura. Una muestra que es obra del director del director de la Biblioteca Municipal, Jesús Álvarez Courel,  que ha contado con la ayuda del empresario de Muebles Mabel Manuel Rodríguez, último dueño del inmueble del Teatro Adriano —ha cedido objetos de la vieja sala a la que solía ir de niño— de la locutora Amalita Ruiz y de familiares del propio Adriano Morán, entre otros.

y que ayer inauguraron la concejala del área, María Antonia Gancedo, el director de la Biblioteca Municipal, Jesús Álvarez Courel, y familiares del propio Morán; y que ha contado con la ayuda del empresario de Muebles Mabel Manuel Rodríguez, último dueño del inmueble del Teatro Adriano —ha cedido objetos de la vieja sala a la que solía ir de niño— o de la locutora Amalita Ruiz, entre otros.

Adriano Morán (1900-1976), llegó a estar vinculado con media docena de salas de espectáculos, desde el mítico Teatro Edesa, derribado en 1975 en la plaza Lazúrtegui, hasta el vetusto Teatro Adriano, que languidece en la calle del Cristo convertido en una ruina desde hace treinta años. Y de allí, del eco que dejaron las últimas películas proyectadas hasta su cierre en 1986, proceden algunos de los objetos que acompañan a la muestra de carteles, programas, documentos, planos y viejas fotografías en blanco y negro bajo el título de ‘Los papeles de Adriano’. Es el caso de las puertas rojas que daban paso al patio de butacas, con sus letreros de pares e impares, un pequeño asiento para el acomodador y hasta el extintor de incendios. De la cartelera donde se anunciaban los estrenos. O de la última butaca que se conserva del viejo cine y teatro que todavía se levanta en la calle del Cristo.

La última butaca del Teatro Adriano

La última butaca del Adriano, metáfora real de toda una época, se conservaba en la cabina de proyección del ruinoso cine ne la calle del Cristo. «Era la última que quedaba después de desmantelar el patio de butacas y se encontraba en la cabina de proyección», cuenta Courel, agradecido a Manuel Rodríguez por su decisión de ceder los tres objetos para su exhibición permanente en la propia Biblioteca cuando en noviembre concluya la exposición.

El propio Courel recogió cajas de documentación cedidas al Archivo Histórico Municipal por el último propietario, Delmiro Barba, poco antes del derribo hace dos décadas del viejo edificio del Cine Morán que funcionó en la calle Camino de Santiago. Así es posible contemplar los planos de cada uno de los cines-teatro de la Empresa de Espectáculos Sociedad Anónima (Edesa) que Morán fundó en 1933 junto a otros socios como Francisco Laínez o Manuel Garnelo, entre otros, y que finalmente quedó en manos del antiguo panadero, José Cubelos y Florentino Pérez. La película Melodía del arrabal sirvió para estrenar el Edesa, memoria sentimental de Ponferrada que pronto estaría acompañado por la concesión del Teatro Principal entre 1936 y 1948, por el Cine Morán en 1947, el Cine Sil en la avenida de Portugal en 1958 y por el Teatro Adriano en 1962. El empresario lograría además que la sociedad Ceupsa, que en 1946 levantó el Teatro Bergidum en la calle Ancha para hacerle la competencia, firmara un convenio con él dos años después, en vista de que la sala no despegaba.

Tras la muerte de Adriano Morán al año del derribo del Edesa, la mala gestión de sus sucesores, las cuotas de pantalla y la llegada del video desembocaron en un huelga y acabaron con el cierre de todas las salas. El Bergidum y el Adriano en 1986 fueron los últimos que resistieron. A los pocos meses abrían en la zona del Temple los minicines Lumière.

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