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EL FINAL DEL CARBÓN

Réquiem minero con anestesia social

Sindicalistas, políticos, empresarios y gente de a pie coinciden en destacar la necesidad de unidad para salir de la apatía que sume al Bierzo tras años de crisis sin alternativas claras, y con la puntilla presente del cierre de las minas y las dos centrales térmicas Reprochan no haber sabido encontrar salida alternativa a un sector con un final previsible

Aspecto que presentaba ayer en Ponferrada la asamblea de las empresas auxiliares de Endesa en la térmica de Cubillos. ANA F. BARREDO

Publicado por
MANUEL FÉLIX | PONFERRADA
Ponferrada

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El individualismo a la hora de solucionar los problemas (algo así como el ¡Sálvese quien pueda y el último que apague la luz!), la falta de conciencia social unitaria y el desgaste por años de crisis económica sin alternativas claras, acrecentado ahora por la puntilla que supone para el Bierzo el cierre de todas sus minas de carbón y las dos centrales térmicas, han hecho saltar las alarmas frente a una creciente y desmedida apatía y negativismo.

Sindicalistas, empresarios, políticos, comerciantes y gente de a pie consultada coinciden en el diagnóstico: El Bierzo está tocado en el sentimiento de su población, en su unidad, por comprobar cómo lo que ha sido el esqueleto o armazón central de su economía, se ha desmoronado por completo. Y lo peor, que todos estos años de historia minera más que previsible en su final, no han servido para encontrar una salida alternativa al finiquito del sector del carbón.

A la hora de elaborar este reportaje de domingo, todas las personas consultadas que tienen cierta representación social en el Bierzo ofrecen dos visiones bien diferentes: Una, la políticamente correcta, que se queda en frases inocuas y que suaviza con palabras la crudeza de la realidad. Y otra bien distinta y más real, que dice lo que piensa y cuenta al periodista, siempre y cuando éste no escriba su nombre para no ser pasto de la crítica y la polémica. Por eso, en este artículo no parecen nombres y apenas entrecomillados.

A grandes rasgos el resumen es el siguiente: Hay malestar generalizado porque un sector como el minero se hunde sin remedio. El cruce de culpas es insistente. Pero a la vez, no existe apego social a la minería, porque se ha extendido el sentimiento de que el minero ha sido insolidario, muy combativo en la calle justo hasta el momento en el que la Administración central los calmó con pagas de jubilados o prejubilados, con cifras de dinero público por encima de la media del resto de la clase trabajadora, sumida aún en la crisis y en la obligación de cotizar más años para poder jubilarse. Ven a los mineros retirados como «privilegiados». De ahí el desapego hacia la minería del carbón que se profesa de forma callada en el Bierzo.

El último ejemplo, y que las personas consultadas consideran «sangrante» y a la vez esclarecedor, fue el de la reciente marcha a pie de Toreno a Oviedo, que realizaron los de las subcontratas del carbón. Hasta se quejaron de la falta de apoyo sindical (hubo gritos ante la sede de los sindicatos en Oviedo) y echaron de menos ver en la calle a los mineros que en su día sí endurecieron la movilización hasta que se resolvió lo suyo. De nuevo el individualismo y el desapego del resto de la sociedad hacia un sector que se ve con cierto recelo, aún cuando en la declaración pública se le viste, en algunos casos, con halo de romanticismo, por ser los últimos de una generación.

Así, la clase política, en donde se deciden medidas con posibles soluciones, también es conocedora del desapego de la población hacia ella por todo lo que está sucediendo. El político está preocupado en mantener su estatus, harto de depender del inmediatamente superior, de que no le hagan caso en las instituciones provinciales, autonómicas o nacionales, y se regodea en echar la culpa a las siglas de la competencia que le pueden mermar su granero de votos.

El empresariado está igualmente preocupado. Hay incertidumbre y cierta inseguridad, y ante esto, redobla su cautela a la hora de invertir. Sabe que el Bierzo tiene grandes posibilidades para hacer negocios, crear riqueza con su potencial, pero necesita y echa de menos el calor de una sociedad más implicada con su terruño, con el Bierzo. No de palabra, sino de acción.

Por eso, cuando escuchan hablar de sacar a la calle a 40.000 personas para que fuera del Bierzo la Administración escuche el clamor de ayuda para crear economía con riqueza alternativa al carbón, lo aprueba, anima a la unidad. Pero a la vez, ese mismo empresario, se vuelve escéptico y duda de que el Gobierno arbitre medidas que son muy necesarias para rescatar al Bierzo de su marasmo social.

Los empresarios consultados coinciden en que la receta está en lograr un motivo que una a todo el Bierzo para que esa inercia se propague a todos, en vez del pesimismo reinante. Abogan por un cambio de actitud, y eso llegaría con la puesta en marcha, por ejemplo, de una potente industria que sirva de impulso para el resto. Industria, que podría basarse, sin problemas, en lo que esta tierra genera, su agricultura. Ayer mismo lo decía desde la sede de los sindicatos en Ponferrada Alonso Roa, portavoz de los trabajadores de empresas auxiliares de la eléctrica Endesa: «Necesitamos apoyo moral». Y esa moral está baja.

Con propósito de cambio, todos los sectores consultados coinciden en que ahora mismo se vive un réquiem con anestesia social, con la población conocedora de lo que sucede, pero sólo limitada a la queja en su acción, a echar culpas y a seguir sumida en una especie de parálisis sin reacción visible. Se admite que la minería se acaba, los mineros no están en ninguna parte y los que dependían del entramado (comercio, hostelería, talleres) lo dan por amortizado y esperan alternativas económicas «como el que espera el autobús sentado en la parada», resumía el dueño de un bar.

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