Diario de León

NUEVAS TECNOLOGÍAS PARA LA VITICULTURA

La mencía del Bierzo entra en la guerra de las galaxias

El sector apuesta, en colaboración con el campus berciano, por el uso de drones para avanzar hacia lo que ya se conoce como "agricultura de precisión"

Uva mencía en una bodega de la comarca berciana

Uva mencía en una bodega de la comarca berciana

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La transformación hacia la era digital y hacia la «viticultura de precisión» va acompañada en la comarca del Bierzo por la investigación que se lleva a cabo en el grupo de Geomática e Ingeniería Cartográfica (Geoinca) del Campus de Ponferrada. «El empleo de drones aporta información sobre el estado del viñedo y ayuda al viticultor a la hora de tomar decisiones», resume la investigadora Marta García.

El uso de estos aviones no tripulados equipados con cámaras de distintas características permite al responsable del viñedo disponer de una «zonificación del viñedo», en relación a distintos parámetros. «Con las diferentes imágenes, se elabora una cartografía que luego se procesa para obtener un mapa de colores zonificado. Al viticultor se le entregan estos mapas que hablan de diversos factores, como la maduración de la uva o la incidencia de las plagas», explica la investigadora.

En esta «cartografía por zonas», el principal aspecto que se tiene en cuenta es el vigor de las viñas, directamente relacionado con indicios de enfermedades, lo que ayuda a una detección temprana de las mismas. Pero la técnica también puede servir para disponer de información sobre el grado de maduración de la uva, para conocer el momento óptimo para la vendimia, o sobre la eficiencia del riego, para evitar problemas asociados al estrés hídrico.

Además, ese conocimiento añadido sobre el estado concreto de cada una de las plantas también ayuda al viticultor a «gestionar los insumos adecuadamente» y a «evitar despilfarros». «Los drones no van a hacer por sí solos que el vino sea mejor, pero aportan una información valiosa para tomar las decisiones oportunas», insiste García, cuya tesis doctoral se centra en la eficiencia que aporta el uso de estas técnicas geomáticas avanzadas en las producciones vitivinícolas.

Viticultura de precisión

La principal aportación que propone la agricultura de precisión respecto a su equivalente tradicional se basa en el uso de las nuevas tecnologías y las técnicas geomáticas para obtener mayor información antes de actuar sobre los cultivos.

En ese sentido, García apunta que, en el ámbito de la viticultura, este modelo «no se basa solamente en hacer mapas y cartografías» y puede crecer hacia métodos como la georreferenciación de parcelas, la elaboración de bases de datos con información pormenorizada sobre distintos parámetros del cultivo o la gestión de todos esos datos desde una aplicación móvil diseñada al efecto, con maquinaria guiada por GPS.

Todos estos usos que hasta hace muy pocos años estaban restringidos al terreno de la ciencia-ficción ya se están poniendo en marcha gracias al impulso de grandes grupos bodegueros.

Una de las grandes ventajas que ofrecen los drones es su sencillez, tanto a la hora de programar un circuito de vuelo como para transformar las imágenes en cartografías. «Poner a volar un dron y hacer un mapa es muy fácil, porque se hace todo a través de un programa informático», explica García, cuya carrera profesional ha estado vinculada desde sus inicios al procesado de imágenes digitales.

Al respecto, la investigadora recalca que, una vez obtenidas las imágenes por la aeronave, «pasar esa ortofoto a un mapa que dé información sobre cómo está la viña ya es un proceso que requiere de más conocimiento sobre el procesado de esas imágenes».

Además, la técnica requiere del uso de cámaras multiespectrales, capaces de captar longitudes de onda invisibles al ojo humano pero valiosas por la información que pueden llegar a aportar.

Dado que el procesado de la información que se capta se lleva a cabo a nivel digital, de manera que es el propio software el que interpreta el valor de cada pixel concreto, uno de los principales obstáculos a la hora de fotografiar los terrenos son las distintas condiciones de luz. «Es lo más complejo y para algunos trabajos es necesario hacer una transformación a reflectancias, que significa pasar a una escala en la que no influya la luminosidad concreta del día».

De esta manera, «al procesar la información, numéricamente obtenemos el mismo valor en un día oscuro que en un día de sol», relata García.

Versátiles y baratos

El uso de estos pequeños aparatos voladores, cuyo nombre podría traducirse al castellano como ‘zangános’, es el más extendido en el novedoso mundo de la agricultura de precisión por dos motivos principales. El primero es su versatilidad, ya que acoplando a la aeronave distintos sensores como cámaras termográficas, se puede llegar a obtener información sobre parámetros muy útiles para la práctica agrícola. «Se pueden hacer muchas cosas con un dron, ofrece muchas posibilidades para orientar al agricultor», resume la investigadora. Como muestra, los resultados obtenidos tras la implantación del uso de drones por la bodega manchega Lahoz, que vio como el ahorro medio en riego alcanzaba el 11 por ciento, con una disminución de abonos del siete por ciento y una mejora global de la productividad cifrada en un 12 por ciento.

El segundo motivo de este dominio tiene que ver con el aspecto económico.

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