Diario de León

COSAS DE ANTES

Aquellas tiendas que conocieron el primer Flores

Entre los nuevos edificios de este barrio aún sobreviven carteles de los viejos negocios.

Inicio de la avenida de la Cemba, donde aún persiste el cartel de una de las tiendas. L.DE LA MATA

Inicio de la avenida de la Cemba, donde aún persiste el cartel de una de las tiendas. L.DE LA MATA

Publicado por
M.C.CACHAFEIRO | PONFERRADA
Ponferrada

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Flores del Sil pasa por ser el barrio más grande de Ponferrada, y algo que no se dice tanto, al menos en la Wikipedia, un barrio con personalidad propia que dibuja como ningún otro lo que ha sido la propia evolución de la capital del Bierzo a lo largo del último siglo. Su crecimiento, ordenado en los últimos años y un caos en sus inicios, ha ido dejando atrás vestigios que aún resisten entre los nuevos edificios, cuando acogió a cientos de emigrantes y de muchos pueblos del Bierzo que buscaban una vida mejor trabajando en las minas o en los florecientes negocios de una ciudad que crecía sin parar.

De aquellos inicios, recorriendo sus calles, aún se ven casas y antiguas tiendas de barrio, con sus carteles en la fachada de pescadería, ultramarinos... Todo pintados a mano, como se hacía antes, sin el marketing de la publicidad y el plástico que vendría después.

Algunos se pueden ver en casas semiabandonadas o en fachadas que no han podido competir con los supermercados de hoy. O, simplemente, porque sus dueños se jubilaron. Todos mantienen, en cambio, el sabor de aquel primer Flores del Sil, cuando la zona se conocía como «Cerámica berciana». Lo contaba Manuel González Rodríguez en una entrevista en el diario Proa. Cuando el barrio, allá por 1933, tenía nueve casas y él ocupó una que pertenecía al cura de Toral de Merayo. Este hombre construyó más tarde su propia vivienda para abrir un bar. Las cartas, en el único buzón que había, llegaban a nombre de Cerámica berciana o Camino de los burros, pero él lo cambió y empezó a poner otras como Carretera de Orense o Calle San Antonio, que llegaba hasta La Placa. Y así empezó a vender también las propias chapas de los números de las casas, a dos pesetas colocada. Y como el barrio crecía, se nombró una Junta administrativa con él mismo, Ángel Orallo, don Diógenes y José Capelo. Hasta que tuvieron que poner nombre a la zona y Manuel González Rodríguez eligió Flores del Sil. Por eso los viejos carteles tienen su historia.

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