Diario de León

Magia y brujería

El Hogwarts School de Matarrosa

Tanto el continente como el contenido del colegio Santa Bárbara han sido adaptados al mundo de Harry Potter. Pasillos y zonas comunes recrean su historia y en clase se hacen pociones y se juega al ‘quidditch’.

l. de la mata

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maría carro | ponferrada

Los 16 alumnos del colegio Santa Bárbara de Matarrosa del Sil juegan al quidditch en el gimnasio, redactan recetas de pociones en clase de Lengua y, después, las elaboran en Química —hace no mucho, crearon nieve—. También se reúnen para leer Harry Potter, sentados en círculo en el hall principal del centro, y dedican las horas de manualidades a construir varitas mágicas y cartas vociferadoras. En fechas señaladas, se visten con capa negra y bufandas de lana de diferentes colores. Cada color identifica a una casa. Unos son de Gryffindor, otros de Hufflepuff, los hay de Ravenclaw y también de Slytherin. Eso se decidió en la ceremonia del Sombrero Seleccionador.

Los 16 alumnos de este colegio viven dos realidades: la del mundo ‘muggle’, el de Santa Bárbara; y la del mundo mágico, el del Hogwarts School que empezaron a crear el pasado mes de septiembre. Todo el colegio ha mutado para convertirse en el centro de formación de magia y hechicería en el que discurre la historia de Harry Potter.

No se trata solo de un juego, aunque los niños lo han asimilado como tal y «están mucho más motivados», asegura la directora del colegio, Alba Álvarez. Es un proyecto enmarcado en los planes de mejora promovidos por la Junta de Castilla y León. Una iniciativa en la que se ha involucrado toda la comunidad educativa: profesores, alumnos y padres; y prácticamente el pueblo entero.

Así, han sido las integrantes de la Asociación de Mujeres de Matarrosa quienes han hecho realidad buena parte del atuendo propio de Hogwarts. Por su parte, las madres y los padres han llevado el peso de la decoración, transformando paredes, pasillos y puertas, reconvirtiendo escaleras, redecorando los techos, construyendo escenarios de cine y literatura, al fin y al cabo. Tanto, que entrar en el centro es como abrir la puerta a un nuevo mundo, imaginario pero real. Un trabajo de meses al que no sólo se le sacará partido durante este curso, también el que viene, y con el que quieren dar a conocer el colegio y demostrar que la educación en el medio rural es de una calidad excelente.

En el colegio de Matarrosa del Sil no falta Hogwarts, desde luego, pero tampoco el Andén 9 y 3/4, del que parte el tren expreso que une Londres con Hogwarts, en la estación de King’s Cross; y Azkaban, la prisión a la que son enviados los magos que violan la ley del mundo mágico. Allí está el dementor.

También han recreado el Bosque Prohibido, habitado por extrañas criaturas; un campo de quidditch , en el que los niños juegan sobre sus escobas (ellos mismos las han hecho), y el Callejón Diagon. Cualquiera podrá ver de cerca todo el atrezo en una jornada de puertas abiertas que se celebrará el 23 de mayo, durante todo el día. También se puede seguir en las redes sociales del colegio Santa Bárbara, con perfiles en Facebook e Instagram.

«Queríamos hacer el proyecto pero también queríamos que estuviera reconocido. Todos los años hay una convocatoria para experiencias de calidad por parte de la Consejería de Educación y, dentro de estas experiencias, nosotros hemos escogido el plan de mejora y el catálogo de servicios, que es una especie de tríptico en el que vamos a publicitar el colegio con las fotografías de este proyecto», explicó la directora. Ella es una de las tres profesoras que trabajan a jornada completa en el colegio Santa Bárbara. Las otras dos son Nuria Cecos y Beatriz Cadenas.

«Todo lo que hagamos tenemos que detallarlo en una memoria con objetivos, contenidos y actividades que, después, enviaremos a Educación», explica Alba Álvarez. La contraprestación de todo este trabajo es, sobre todo, «prestigio», pero también un diploma y horas de formación para el profesorado. «Lo que más nos interesa es dar a conocer el colegio», aseguró Nuria Cecos. «Queremos que se mantenga», añadió. Y es que, los 16 niños de ahora —de entre 5 y 13 años— eran 24 el pasado curso y el próximo año lectivo serán dos menos, tras la graduación de tres y la entrada de uno. Una consecuencia directa de la despoblación de los pueblos que nada tiene que ver con la calidad de la educación que reciben los alumnos.

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