Sobredo, el pueblo que sobrevive con un taller cerámico
MANUEL FÉLIX
Sobredo es un pueblo de tres vecinos, que ahora en verano tiene vida porque llegan los forasteros y los nativos residentes en las ciudades. Pertenece al municipio de Sobrado y su ubicación es privilegiada. Sus altas montañas le resguardan de los vientos fríos del norte y el sol ilumina las casas nada más nacer.
Sobredo es uno de tantos pueblos del Bierzo que estaban condenados a desaparecer. La escuela ya no es escuela. Las parejas jóvenes se van fuera y los que envejecen trampean como pueden el día a día para evitar acabar en una residencia de ancianos en la capitalidad del municipio o más lejos.
Con este panorama —con problemas de infraestructuras de primer orden, como es el hecho de que no tienen alcantarillado y las aguas fecales aún van a un pozo negro; Ni tampoco grandes ventajas de comunicación, con un deficiente Internet, y una carretera que pide a gritos ser ensanchada— Sobredo sobrevive. ¿Y cómo lo ha conseguido? Pues con algo tan fundamental como es el empecinamiento de alguno de sus vecinos, con el trabajo en el lugar de residencia.
En concreto, en el caso de Sobredo, con un taller de cerámica que llevan la apreciada pareja que conforman Elisa Vidal Suárez y Carles Morant Alabert. Sí, un catalán y una leonesa de pura cepa que hace 27 años apostaron por este rincón, dejando atrás las comodidades de una vida llena de lujos de ciudad en comparación con lo que ofrece Sobredo. Ella dejó una prometedora carrera en el campo de la sanidad, relacionada con los procesos de la inmunodeficiencia.
Los dos viven felices en Sobredo y claman a las autoridades competentes para que no dejen morir el pueblo. Les piden ayuda para que llegue a su casa Internet, Trabajan con muchos artesanos y quieren que su denominado siga creciendo con muchas ideas que les bullen en la cabeza. Elisa y Carles son el ejemplo vivo de los que, pese a los inconvenientes del medio rural, luchan sin rendirse por esta forma de vida.