CULTURA
El músico y actor Javier Vecino saca nuevo disco
'From faith to reason' destaca por una "nana" dedicada a la tragedia de los refugiados
Las imágenes del pequeño Aylan Kurdi, el niño de tres años cuyo cadáver apareció sobre la arena de la playa turca de Bodrum en septiembre de 2015, conmocionaron a toda Europa y sirvieron de punto de partida a ‘Lullaby’, una «nana del Mediterráneo» en la que Roger Subirana se encarga de la orquestación y los sonidos del mar y la soprano berciana Nathalie García interpreta la voz de la madre que canta al niño. El tema sirve de bandera a ‘From faith to reason’, el último disco del polifacético artista ponferradino Javier Vecino en el que los sonidos electrónicos y espaciales se mezclan con las notas del erhu, un instrumento chino tocado sobre una tablet, así como de taikos japoneses y otras percusiones orientales.
Inspirado por la dureza de las tragedias diarias que viven los refugiados, el músico explica el sentido del título de la obra. «La fe nos engaña mucho, no hay que tener fe, hay que hacer las cosas», asegura, en un alegato del activismo político y casi existencial frente a «ideas trogloditas que están deformando al mundo y a la gente». Los ocho temas que componen el EP, que este mes de septiembre verá la luz en la plataforma Bandcamp, cuentan historias diferentes, reconoce el autor, que define su música como «ecléctica», basada en una mezcla de estilos y en la búsqueda de sonoridades distintas. «Me gusta tomar un poco de todas partes, lo que en mi casa se conoce como una comida de recogedizos», explica.
Descendiente de una familia de músicos y artistas, sus primeras guitarras acabaron destrozadas porque ya en aquella época su inquietud era «sacar sonidos extraños». De la mano de Ángel Cacharrón padre, organizador de la tuna del colegio San Ignacio, aquel niño aprendió los primeros acordes y trabajó recogiendo cestos en la vendimia para comprarse su primera guitarra acústica modelo Western porque, reconoce, «te daba cierta presencia, una sensación de profesionalidad».
Con 14 años formó sus primeras bandas, con las que interpretaba temas de The Beatles, Simon & Garfunkel, Pink Floyd o Eric Clapton, pero aquello no era suficiente. «Quería meterme más de lleno en la música y me fui a Madrid a estudiar al Conservatorio», explica. Tras casi tres años allí, la experiencia acabó en «decepción» por incompatibilidad manifiesta de las partes. «Me gusta transgredir las normas, ver todo tan cuadriculado me resultaba aburrido», admite Javier, que opina que «la música tiene que contar historias». Hace ya una década que Javier lanzó su primer disco, ‘Locus iste’, en el que destaca la pieza ‘Valle del Silencio’, usada en la recreación histórica que cada verano se lleva a cabo en Peñalba.