PROGRAMACIÓN DE LA UNED
Las mujeres que se echaron al monte
El curso sobre la guerrilla antifranquista abordará su historia desde la arqueología, pero también desde el papel de luchadoras y enlaces
A Ángela Losada le mataron a su padre y a su tío en Portela de Aguiar, en octubre de 1936. Y no le quedó otra que apoyar a la guerrilla junto a su madre y el resto de su familia. «Era normal, no íbamos a apoyar a los fascistas», le contaba a Javier Corcuera en el documental La guerrilla de la memoria.
Antes de pasar a la clandestinidad después de la Policía Armada descubriera que colaboraba con la guerrilla y se viera involucrada el 30 de octubre de 1943 en un tiroteo que le costó la vida a un sargento y un cabo de la Policía Armada y la enlace Dorinda Ríos, Alpidia García Moral daba cobijo a los resistentes en su casa de Sobrado.
También perdió a su marido en agosto de 1936, asesinado por los sublevados, Edelmira Moral Blanco, molinera en Cabeza de Campo, que después sería detenida como consecuencia del mismo tiroteo de Sobrado.
Y luego están Evangelina López, de Tejeira (Villafranca), Carmen Castro, de Corullón, Aurora Fernández, de Carracedo del Monasterio, Carlota Gallego, de Gestoso (Oencia), Herminia López, de Las Médulas, Florinda Pérez, de Sorbeda del Sil, Joanaina Santín, de Penedelo (Toral de los Vados) y Aniceta Rodríguez, de Fresnedelo (Peranzanes). También otras más conocidas, como Francisco Nieto Blanco, Paquina, que desde su frutería en la calle Gil y Carrasco —cuentan los historiadores Alejandro Rodríguez y Laura Martínez en un artículo de próxima publicación— «canalizaba todas las comunicaciones entre los diferentes grupos de guerrilleros. A algunas como María Álvarez Omaña, de Noceda, Consuelo Calvo y su hija Josefa, asesinadas en Ríoferreiros (Priaranza del Bierzo), Vicenta López Digón y su hijo Jesús Camuñas, o la más conocida, Jerónima Blanco, que se negó a desvelar el paradero de su marido huido en el monte Pajariel, les costó la vida «la osadía de desafiar a un régimen totalitario».
De todas ellas, y también de la más famosas quizá; Alida González, que acompañó al mítico Girón; y Adoración Campo Canedo, que se unió a los grupos armados después del tiroteo en su vivienda de Canedo (Arganza) en el que murieron cinco huidos y tres guardia civiles en febrero de 1941 —la exhumación de aquellos guerrilleros en 1998 después de que pavimentaran su fosa para construir un aparcamiento junto al cementerio de Canedo se adelantó un año al surgimiento de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica— hablará el curso universitario sobre la guerrilla antifranquista que acogerá el centro asociado de la Uned de Ponferrada entre el 13 y el 15 de noviembre. Un curso dirigido por la profesora Josefina Martínez y con el propio Alejandro Rodríguez como coordinador, como ya se había adelantado, que además de enfocar el estudio de la guerrilla desde la perspectiva de la arqueología, también lo hará visibilizando la labor, todavía muy desconocida hoy, que desempeñaron las mujeres.
«El papel central de la mujer dentro del movimiento guerrillero consistió en servir de enlace, formar parte de las diversas redes relacionadas que dieron sustento y apoyo a los grupos armados», explican Rodríguez y Martínez en su texto aún inédito. Solo en el Bierzo, recuerdan, de las 700 personas encausadas por apoyar o formar parte de la guerrilla, 250 fueron mujeres.
El curso, recordaron ayer Jorge Vega, director de la Uned, Francisco Balado, coordinador de extensión universitaria, y el propio Rodríguez, incluirá una exposición de las excavaciones en el refugio guerrillero de la Ciudad de la Selva, en Orense por el colectivo Sptunik Labrego y la proyección del documental As silenciadas , con su guionista Aurora Marco presente. Entre los ponentes de una actividad abierta, pero dirigida sobre todo a estudiantes universitarios que podrán obtener un crédito con su matriculación, estarán expertos como el historiador Secundino Serrano, gran conocedor de la guerrilla leonesa, Jorge Marco, que intervendrá online, desde el campo de la arqueología Xurxo Ayán, Carlos Tejerizo o Jordi Ramos, además de la antropóloga social Olalla Álvarez y el mismo Alejandro Rodríguez.