Diario de León

La mentira del ministro que salvó a un ‘huido’ de Argenteiro

El investigador Santiago Macías desvela, con documentos, cómo el titular de la Gobernación de Franco maniobró para que no fusilaran al esposo de su sirvienta

En primer plano, el ministro Blas Pérez, que envió el falso exhorto.

En primer plano, el ministro Blas Pérez, que envió el falso exhorto.

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El paso del tiempo y el poso de la historia sigue sacando a la luz la memoria de un tiempo convulso. Documentos revisados en los archivos sobre la Guerra Civil Española por el investigador y escritor berciano, Santiago Macías, para su libro sobre la guerrilla antifranquista en el Bierzo, El monte o la muerte , ponen al descubierto la gran paradoja, y a la vez tragedia social, de que una gran mentira ante los tribunales de Justicia salva una vida.

El mentiroso, en este caso, fue ni más ni menos que el mismísimo ministro de la Gobernación de Franco, Blas Pérez González, que ejerció entre 1942 y 1957. Su mentira evitó que un consejo de guerra fusilase a Balbino García Carballo, un humilde vecino de Argenteiro, en las montañas del municipio de Vega de Valcarce.

Corría el 4 de enero de 1938. En esa gélida noche de invierno, en Argenteiro se personaron media docena de soldados al mando de un cabo, acompañados por un guardia civil. Tenían información de la presencia de ‘huidos’ en la zona. Llamaron a la puerta de la casa de José Fernández Carrete y abrió una joven llamada Vicenta Concepción. Les dijo a los militares que dentro no había ningún extraño y les invitó a pasar. Una vez dentro, los militares y el guardia fueron recibidos a tiros y en la refriega murió el cabo al mando, Ramón Díez Fernández. El grupo de militares se replegó, dejó pasar unos minutos, y volvieron a entrar en la casa, intuyendo que los que buscaban para apresar se habían fugado.

Cuando entraron de nuevo en la vivienda de José Fernández se encontraron el cuerpo muerto de María García Carballo —esposa de José— y el hijo de ambos, José, que tenía apenas 4 años. Junto a ellos estaba también el cadáver del cabo del Ejército de Franco.

«Las represalias no se hicieron esperar; tres días después del episodio, las fuerzas represivas asesinaron a Jovino Fernández Rodríguez, padre del dueño de la casa donde se había producido el tiroteo. (...) Unos meses más tarde, miembros del Ejército acabarían con su vida en la cueva donde se escondía, en el paraje conocido como Teso Mundín, cerca de Trabadelo. Junto a él fueron asesinados Juan Fernández González (que también había conseguido huir del tiroteo de Argenteiro), Rogelio García Juanes y Manuel Fernández Chao», explica Macías en su libro.

A los dos años, la Guardia Civil detuvo a Emilio Calvo López, principal sospechoso de la muerte del cabo en Argenteiro. Sometido a interrogatorio, dio como resultado la detención en Barcelona de la joven Vicenta Concepción Fernández (la que abrió la puerta) y su tío Balbino García. A ella le salvó su minoría de edad. Y a su tío Balbino el hecho de que su mujer trabajase de sirvienta en la casa del ministro de Gobernación, Blas Pérez. Éste, firmado de su puño y letra, remitió un escrito al tribunal que le juzgaba en consejo de guerra en León. El exhorto certificaba que Balbino estaba en León aquel fatídico 4 de enero de 1938 para enrolarse en la Bandera de Falange, y no en Argenteiro. Aquella mentira y la intercesión de su esposa, que trabajaba en la casa de Barcelona del ministro, le salvó la vida. Balbino fue puesto en libertad 10 días después, evitando su destino frente a un paredón.

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