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Un chalé en obras para botellones de menores

Grupos de jóvenes causan destrozos en viviendas de la zona de Aldama al lanzar ladrillos y botellas desde lo alto del edificio

Ponferrada

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Un chalé en construcción, con las obras paralizadas desde hace ya varios años, está siendo la pesadilla de varios vecinos del barrio ponferradino de Aldama. El esqueleto del edificio es utilizado por jóvenes —la mayoría de ellos menores de edad— para la celebración de botellón y lugar de encuentro de chicos y chicas de entre 15 y menos de 20 años. No sólo celebran botellón, sino que los protagonistas del mismo la emprenden con los vecinos de los chalés colindantes.

Este periódico pudo comprobar cómo quedó sembrado de ladrillos la parte trasera de una vivienda que limita con el citado chalé en obras, sobre el que pesa una orden urbanística de paralización. Los jóvenes, con total impunidad, (dado que se han llegado a encarar en varias ocasiones insultando a los vecinos afectados), han llegado a empotrar una botella de ginebra en la ventana de la cocina de una residencia aledaña. El impacto fue tan fuerte que llegó a doblar el metal, según se aprecia en una de las fotos que acompaña esta información.

El chalé donde se reúnen los menores de edad está ubicado en la calle Antonio Pereira (no muy lejos de Clínica Ponferrada) y es fácilmente reconocible, dado que todos los que entran o salen de Ponferrada por la avenida de Galicia llevan años viendo su esqueleto. Los vecinos afectados ya no saben qué hacer. Han llamado a la Policía Municipal y también se ha presentado la Policía Nacional en varias ocasiones. Este pasado viernes agentes de la Nacional llegaron a identificar a varios jóvenes cuando salían del inmueble e incluso hay denuncia, pero los fines de semana las escenas de vandalismo se vuelven a suceder en el mismo lugar y con los mismos afectados.

Este periódico ha pulsado la opinión de varios vecinos del barrio y existe preocupación. En primer lugar, porque la presencia de esos menores en el edificio puede ocasionar una desgracia para algunos de los chavales, dado que el inmueble en obras no presenta barreras de seguridad de ningún tipo. El dueño del inmueble ha cerrado el solar varias veces con una alambrada, pero la burlan y entran sin el menor problema y con total desparpajo.

Cuentan los vecinos que los incidentes se vienen sucediendo desde hace tiempo. Ha sucedido que, después de unas horas de botellón, alguno de los participantes se viene arriba y se ha dedicado a pasear subido a las vallas que delimitan las viviendas unifamiliares colindantes, sin importarle incluso que salten las alarmas.

Otro incidente reciente lo protagonizó un vecino del barrio que, de noche, llamó la atención a los jóvenes que estaban dentro del edificio abandonado. Sacó su móvil y les hizo una foto desde la acera con ellos en el ático abierto. Esto desencadenó que un grupo de muchachos se encarara con el vecino, diciéndole que eran menores y que borrase la foto. El vecino se vio obligado a llamar a la policía, dado que quería entrar en su casa y no dejaban de intimidarle, al seguirlo por todo el barrio. Los agentes se limitaron a identificar a la persona que había llamado al 112 y a sermonear a los menores.