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León

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Parece una metáfora de lo que estaba por llegar. El 13 de diciembre de 2010, uno de esos días donde la niebla esconde la geografía del Bierzo, en la orilla del pantano de Bárcena emergían como fantasmas las chimeneas de Compostilla. La niebla avanzaba hacia el agua y se había tragado toda la central cuando el fotógrafo tomó la imagen que ilustra esta página. Y así acaban hoy 59 años de historia. Desvanecidos.

La central térmica donde hoy solo trabajan 120 personas llegó a emplear a un millar de operarios cuando en 1985, pocos después de la construcción del último de sus cinco grupos térmicos, recuerda Antonio Alonso Alonso Fernández, que precisamente mañana 1 de julio, el primer día con la central desconectada, cumplirá 35 años en Endesa.

Alonso, a punto de cumplir 63 años entre los veteranos de la central y entró a trabajar en en 1985 como oficial de segunda, «rondista de calderas», porque su cometido era vigilarlas.

Hoy es operador del cuadro térmico y con la perspectiva que dan tres décadas y media de trabajo en la central tiene claro a quién echarle la culpa del cierre de la térmica. «La culpa es de la privatización. Si estoy hubiera seguido siendo del Estado no se hubiera cerrado y se hubiera instalado otro tipo de industria afín aquí». Y no deja de lamentar que la apuesta por los ciclos combinados de gas no cuajara.