El gran número de casas en venta muestra el deterioro del casco viejo
«Los dueños se han muerto y los hijos se van», se lamenta el presidente de los vecinos
El recorrido del turista o del ponferradino por las calles más emblemáticas de Ponferrada, las más conocidas como la del Reloj o algunas que conservan el sabor de la vieja ciudad como Carnicerías o Guerra, no dejan de sorprender también por la gran cantidad de carteles de ‘se vende’. En algunos casos, casi de la mitad de los inmuebles está a la venta. «Se vende todo porque la gente se ha muerto y los hijos, o no quieren vivir en la zona o simplemente no tienen un trabajo y se han marchado fuera», se lamenta el presidente de la asociación de vecinos del casco antiguo, Emiliano Ruberte, que conoce tan bien el barrio que es capaz de identificar a muchos de los que un día fueron vecinos de la zona y ya han fallecido.
Frente a lo que está ocurriendo en otras ciudades, donde la zona antigua se está revitalizando con el auge de los pisos turísticos y los negocios de hostelería, una parte del casco histórico en Ponferrada atraviesa desde hace años un deterioro galopante y, lo que es peor, sin visos de mejorar ni planes municipales de rehabilitación a la vista.
Al abandono se unen los altos costes de restauración de casas que, en muchos casos, sobrepasan los cien años desde su construcción. «Hay un bajonazo tremendo; nadie compra porque no tienen estabilidad en el empleo ni forma de crear una familia», se sigue lamentando Ruberte.
La única zona que parece tener algo de futuro es la parte baja hacia la avenida del Castillo, donde se levanta una promoción de viviendas, o las que están en frente de la fortaleza templaria, con algunos negocios de hostelería y apartamentos en alquiler. «Y menos mal que el casco antiguo se ha arreglado porque esto de lo contrario sería la ruina», añade el presidente de los vecinos, que lleva en la asociación más de 26 años. Quizá el emblema del deterioro del casco antiguo sea la casa torreada situada frente al castillo, hacia donde se iba a ampliar el Museo de la Radio; a su estado ruinoso se une la reciente caída de alguna de las construcciones adosadas en la parte de atrás, hacia la calle Comendador, la que en peor estado se encuentra de todo el casco antiguo de Ponferrada a juicio del presidente vecinal. «El abandono de una casa se contagia a la de al lado, y así una y otra», advierte.
Otras calles, como el Rañadero, santo y seña de esa identidad berciana, han tenido algún arreglo en los últimos meses para eliminar pintadas, pero muestran a las claras también lo que es el abandono de la parte más antigua de la capital berciana. Otro ejemplo es la calle Paraisín, en este caso muestra las dos caras de la moneda con casas habitadas y otras blasonadas en estado de ruina.
El único contrapeso, a corto plazo, dice Ruberte, puede ser el Castillo Viejo, la parte de la fortaleza templaria que se está restaurando y que va a suponer un valor añadido para la visita al primer monumento de la ciudad. A su juicio, la plaza de la Encina —«la más bonita de Ponferrada»— ofrece una imagen que no es la real del barrio, con tiendas y terrazas; sólo hay que adentrarse en la zona para comprobarlo. «Yo lo que hago es un llamamiento a los que aún somos vecinos y a los simpatizantes del casco antiguo de Ponferrada para evitar que se hunda definitivamente», es la llamada final de Ruberte, que tampoco tiene a quien ceder el testigo de la asociación, otra muestra más de cómo están las cosas.
Tampoco es que los precios sean desorbitados. En el portal inmobiliario Idealista se ofrecen varias, como un piso en la calle Gil y Carrasco con vistas al castillo, por 70.000 euros con tres habitaciones, o un inmueble de tres pisos que se vende por 150.000. Otras casas, con patio, están en otros portales e inmobiliarias al precio de 60.000.
Lo que fue el casco antiguo se puede ver en la exposición permanente en los soportales de la plaza de la Encina. Fotos de ayer que muestran una ciudad que después se expandió gracias a las minas y a la llegada de miles de trabajadores. Imágenes de las mismas casas, en algún caso, que ahora están abandonadas.