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EL MOLÍN AMPUERO Manuel Cuenya

Buenos Aires

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León

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«A mí se me hace cuento que empezó Buenos/Aires: la juzgo tan eterna como el agua y el aire». Ciudad eterna, como Roma. Buenos Aires es como un mito, un sueño dulce y placentero en el que habitan las sirenas y los endriagos. Buenos Aires es también el nombre de un restaurante ponferradino, en el que uno puede degustar la gastronomía argentina, esas parrilladas de carne que te ayudan a bailar un tango sensual y comestible. Tangos sublimados. Y aun tangos de Saborido. Como nos dice el maestro Borges en la "Fundación mítica de Buenos Aires". Sabemos, desde que nos lo contara el divino Dalí, que la belleza será comestible o no será. Los asados de tira y los "bifes de chorizo" que sirven en la Parrilla Argentina "Buenos Aires" de Ponferrada están buenísimos y saben a gloria. Y la "provoleta" está como para rechuparse los dedos. Cuando Buenos Aires llegó a ser el primer mundo, y en España aún se sufrían los horrores de la postguerra civil/incivil, en el Bierzo el gentío andaba cavando las viñas de sol a sol, y las calles de nuestros pueblos eran puro barrizal. Como para quedarse eternamente sumido en el fango de lo terrible. No hace tantos años, en algunos pueblos del Bierzo, y sobre todo en las aldeas perdidas del Alto, los paisanetes, en épocas de lluvias torrenciales, enterraban sus madreñas en las calles, y los carros de las vacas se quedaban "atrocados" en cualquier calleja de mala muerte. Eran tiempos de miseria y socavón. Da la impresión de que ya nadie se acordara de esto. Sigue funcionando la amnesia como una apisonadora. Desde esta cuna "noroccidental", verde y brumosa, roja y serrana, seguimos mirando a la ciudad mítica, nuestra ciudad querida, con entusiasmo y adoración. Y no nos olvidamos de aquellos seres que algún día decidieron poner rumbo a las Américas en busca de un mundo mejor. Ahora es la Argentina, aquel país rico y abundante en carnes, quien está en bancarrota. Dicen las lenguas que Argentina está de saldo para el guiri pesudo, véase el turista dolarizado, y carísima para el propio argentino, que cada día se siente más pobre y desamparado, habida cuenta de la crisis que está viviendo el país, luego de saqueos varios y corrupción al por mayor. Y uno siente nostalgia, aun sin haber vivido el esplendor, de aquel tiempo maravilloso en el que tenían cabida los emigrantes del viejo mundo. Buenos Aires, provincia gallega, ciudad berciana. ¿Cuántos bercianos, vecinos, amigos, viven aún hoy en Argentina? El sueño dorado de muchas personas era irse a la Argentina. Ojalá nuestros inmigrantes argentinos encuentren su lugar en el mundo, en el Bierzo, tal vez.