El Instituto Geográfico Nacional registró el domingo un terremoto de 3,4 grados de intensidad con epicentro en el Bierzo, pero casi nadie lo notó
La tierra tiembla en Balboa
La tierra tembló en Balboa minutos antes de las nueve de la mañana del domingo. Pero casi nadie se
Son las ocho y cuarenta y seis minutos de la mañana del domingo 17 de junio. Los sismógrafos del Instituto Geográfico Nacional registran un leve temblor de tierra de una magnitud de 3,4 grados en la escala Ritcher. La localización exacta del epicentro -42,73 grados de latitud norte y 6,91 grados de latitud oeste- no deja lugar a dudas; el Bierzo ha sufrido un seísmo, apenas perceptible, nada de lo que alarmarse porque no ha superado la barrera de los cinco grados de magnitud, pero un temblor de tierra, al fin y al cabo. Transcurridas 24 horas desde el movimiento sísmico, los técnicos del Instituto Geográfico Nacional dedicaron parte de la mañana de ayer a telefonear a distintas poblaciones de Balboa para preguntar a sus sorprendidos habitantes si habían notado alguna vibración. Con el epicentro situado al noreste de la cabecera del municipio, sólo un vecino de Castañoso respondió afirmativamente. Algo había notado, pero no llegó a darle importancia. «No ha creado ningún tipo de alarma social porque ha sido de baja intensidad. Temblores así son relativamente frecuentes en España, lo que nos ha causado cierta sorpresa es que el epicentro estuviera localizado en la provincia de León», aseguraba ayer a este periódico una de las técnicas del Instituto Geográfica Nacional. El organismo dependiente del Ministerio de Fomento, sin embargo, ya había registrado el 2 de agosto de 1999 dos terremotos de una magnitud similar, con epicentro en la localidad lucense de Triacastela, que si llegaron a notarse en el Bierzo Oeste. Aunque el origen de aquellos dos temblores se encontraba varios kilómetros hacia el interior de Galicia y las intensidades no pasaron de los 3,5 y 3,1 grados, los vecinos de Vega de Valcarce notaron aquel día como vibraban cristales y puertas. Nadie se asustó entonces, aseguraba la alcaldesa, María Luisa González Santín, porque los vecinos de Vega ya saben de años atrás lo que es vivir un terremoto de más de cinco grados. Y no ha pasado todavía un año desde el último temblor con epicentro en el Bierzo que recogieron los sensores del Instituto Geográfico. El 27 de agosto del pasado verano, Puente Domingo Flórez sufría un seísmo de 2,2 grados, aún menor e igual de inapreciable para alguien que no estuviera delante de un sismógrafo. Y es que los viejos montes que separan al Bierzo de Galicia todavía se mueven de vez en cuando, aunque lo noten antes en Madrid.