DESDE MI RINCÓN Rita Prada
Retorna la normalidad
Parece ser que la cosa empieza a normalizarse, o sea, que volvemos a la monotonía del día a día, políticamente hablando, sin sobresaltos que nos acongojen y sin necesidad de tener que adivinar el pensamiento del vecino antes de pronunciar la primera palabra, aunque sólo fuese para saludar. Los murmullos y cuchicheos eran el pan nuestro de cada día. No había lugar público que se entrase que no te asaltasen con una pregunta esperando la respuesta que, por supuesto, siempre era de opinión personal y probablemente subjetiva. Entrar en un bar para tomar un café, un vino, una cerveza, un refresco... tendrá mas sustancia, es decir, los temas de conversación serán más variados, serios o divertidos, banales o profundos, que los habidos durante los últimos meses y que deseando estábamos de que terminasen, si bien reconozco que era difícil sustraerse a ellos; al fin y al cabo nos sentíamos indirectamente, sin comerlo ni beberlo, implicados en el desafortunado asunto. Tampoco contribuían los foráneos a que nos olvidásemos del asunto en cuestión. ¿Quién no tiene hermanos, primos, amigos o conocidos desperdigados por la geografía nacional o allende nuestras fronteras interesándose descaradamente y cosiéndote a preguntas que de tan repetitivas resultaban aburridas?. Todo eso ha ido a menos. Queda un último paso para que todo acabe ¡digo yo!. Cuando esto escribo el nuevo alcalde todavía no ha tomado posesión de su cargo y espero que con su experiencia y larga carrera como concejal, once años, sepa retomar la vida municipal, dignificarla y elevarla a la categoría que los ciudadanos, no solamente queremos y necesitamos, sino que demandamos. La misma sensatez y responsabilidad hay que exigirle a la oposición. Unos y otros no están condenados a entenderse pero sí obligados a intentarlo sin olvidar que las ideas y los medios para alcanzar los fines (una ciudad mejor y mayor calidad de vida), a Dios gracias, son diferentes. Las mayorías absolutas corren el riesgo, si el diálogo y la tolerancia no están presentes, de cometer abusos, difícilmente reparables en el tiempo, e incluso irregularidades que castigan a una parte numerosa de ciudadanos, en beneficio de unos pocos, albergando en ellos resentimientos y considerándose víctimas de la injusticia; por eso son necesarios el diálogo y la sensibilidad con los problemas cotidianos y no abusar de la confianza que el ciudadano, con su voto, ha depositado en los gobernantes. ¿Los nuevos tiempos nos traerán nuevos métodos y nuevas formas de hacer política?. El ciudadano está cansado de batallas y desea que el trabajo y la responsabilidad se conviertan en rutina y normalidad.